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Entretanto, el duque de Carvajal había asido del brazo a Caffarelli, rogándole a media voz que tratase de obtener, por su mediación, una audiencia del favorito. Lo prometo a usted repuso el artista, con aire protector. Y aquella misma tarde, el Duque leía en su morada, esta breve epístola: *

Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido; mas no había piedra imán que así trajese a como yo con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches.

Mas duróme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido; mas no había piedra imán que así trajese a como yo con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches.

De repente se sintió asido como por unas tenazas de hierro, y lanzado dentro de un aposento. Luego se oyó la llave de una puerta, y le arrastraron á otro aposento.

El efecto moral de esta pérdida fué muy notable entre nosotros. Advirtióse claramente en todo el ejército como un estremecimiento de inquietud que, partiendo de aquel gran corazón compuesto de diez y ocho mil corazones, se transmitía al tembloroso fusil, asido por la indecisa mano.

Al verla, los ojos de Raimundo se dilataron expresando el asombro: se posaron en ella con una intensidad que la obligó a volver la cabeza hacia otro lado. Mientras compraba unas novelas francesas la estuvo contemplando extasiado, con señales de alteración en su fisonomía. El libro que tenía asido temblaba ligeramente entre sus manos.

Pero en el acto, me sentí asido por una mano varonil que me puso delante de mi hermosa vecina, y mientras ésta se levantaba de su asiento haciendo un mohín lleno de gracia, mi amigo Aumary, le dijo: Vida mía, tengo el gusto de presentarte a mi amigo, Felipe Auvray. Es vecino tuyo y hace tiempo que desea conocerte. Ya conoces el resto de la aventura.

por cierto, porque yo... que he tenido gran parte en el estado en que se encuentra don Rodrigo Calderón; yo, que he venido á la corte para mucho, necesitaba tener asido á su excelencia; ningún asidero mejor que vos... Muchas gracias dijo dolorosamente Dorotea. Perdonad, que si yo hubiera sabido lo que iba á resultar... hubiera hecho más para que os hubiérais empeñado por mi amigo.

Déjame solo con mi dolorHabía asido una de las columnas de la cama y permanecía allí, con los ojos fijos en Marta, mordiéndose los labios. Después salió, como había venido, sin decir una palabra. Pasaron dos horas más en el silencio y la espera. Los vapores de fenol que se desprendían del plato colocado frente a , principiaban a darme dolor de cabeza.

El mismo Balarán, rodeado de sus más audaces satélites, había llegado donde ella estaba, la había asido de un brazo e intentaba apartarla de aquel sitio para acabar luego con Morsamor y los suyos sin que ella padeciese ni peligrase. No como débil mujer, sino como fiera leona, se resistió Urbási al propósito de Balarán, lanzando contra él enérgicas palabras de odio y desprecio.