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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Saludó de lejos á varios conocidos que se incorporaron deseosos de entablar conversación, fingió no ver á ciertas damas que le sonreían, moviendo la cabeza para llamarle, y entró en un segundo ascensor, hundiéndose de nuevo en la tierra. Este subterráneo era curvo y sus paredes decoradas con pinturas pompeyanas. Se extendía por debajo de dos hoteles y sus jardines.
Mientras iban hacia el ascensor, blanco y acolchado como una caja de guantes, ella le dejó entrever los salones del piso bajo, ostentosos, pero en una penumbra que casi era obscuridad: el gran comedor, desierto y enfundado; el pequeño comedor, en el que no se veía preparativo alguno... ¿Adónde le llevaba?... ¿Estaría la mesa puesta en su dormitorio?...
El ascensor marchaba admirablemente, y para demostrármelo, la portera me aseguró que tres días antes, aquella perfecta maquinaria había matado al inquilino del tercero. Por eso tenemos el piso libre añadió. La historia del piso no era muy seductora; pero un inquilino tiene que estar en Madrid dispuesto a todo. ¿Y cuánto renta el piso desocupado? inquirí.
No; era preferible que ganase. Pero ¡qué larga resultaba esta música!... ¡con qué lentitud marchaba el reloj!... Pasadas las once, cuando fué aclarándose en el atrio el público salido de la ópera, Miguel se metió en un ascensor, que le hizo bajar á las entrañas del suelo, y siguió después un subterráneo, cuyo estuco policromo reflejaba el brillo de las luces eléctricas.
A la, mañana siguiente, el profesor Flimnap se presentó con gran apresuramiento en la vivienda del gigante. Jamás su rostro bondadoso había ofrecido un aspecto igual, de alarma y azoramiento. A pesar de sus carnes exuberantes, saltó con juvenil agilidad del plato ascensor á la superficie de la mesa, antes de que los atletas encargados de la grúa hubiesen terminado su maniobra.
Las damas toman el ascensor, que las lleva hasta el primer piso. La condesa llama; se abre una puerta; un lacayo muy correcto introduce a estas damas en un salón y poco después aparece la señora Maschine. Es una mujer joven, alta, delgada y de una belleza soberana; luce un vestido de interior muy modesto, pero de una elegancia discreta. Presentaciones.
Después, coge a Juan por la mano para explicarle los mecanismos nuevos; le muestra la harina fina, molida por el tornillo sin fin, pasando por el tubo ascensor, donde pequeños depósitos que suben a lo largo de una correa circular la elevan a través de dos pisos, casi hasta el techo, para volcarla luego en los tubos de seda cilíndricos, porque es preciso que pase en polvo fino a través de esa estrecha trama antes que pueda servir.
Un criado le invitó a entrar en el ascensor, conduciéndolo a un saloncillo del primer piso, al través de cuyos balcones veíase la Puerta del Sol, obscura, con los techos de las casas negros, las aceras invisibles bajo las encontradas corrientes de los paraguas, y la plaza de luciente asfalto surcada por coches veloces, a los que parecía fustigar la lluvia, o por tranvías que se cruzaban en todas direcciones con un incesante campaneo que avisaba a los transeúntes, sordos bajo el abrigo de las cúpulas de tela.
Ahora les ha dado a los madrileños por poner en las casas baño y ascensor, y esto será muy agradable para el cuerpo, pero tiene que ser funesto para el alma. Baños, librerías, grandes hoteles, derechos políticos, un Ateneo, una Casa del Pueblo... ¿Es que nuestros mayores necesitaban ninguna de estas cosas?
La autorización servía únicamente para Lacour y un acompañante. El era quien iba á figurar como secretario, ayuda de cámara ó lo que fuese de su futuro consuegro. Al final de la tarde salió del estudio, acompañado hasta el ascensor por las lamentaciones de Argensola. ¡No poder agregarse á la expedición!... Creía haber perdido la oportunidad, para pintar su obra maestra.
Palabra del Dia
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