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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Felicitábanse los arqueros cuando descubrieron otro enemigo aun más temible que las impotentes lanzas de los jinetes.
No tardó en oirse el prolongado murmullo de todas aquellas preces, dichas con singular recogimiento por arqueros, marinos y hombres de armas tan devotos como valientes. Muchos de ellos sacaron cruces y reliquias que besaron fervientemente, tendidos sobre cubierta y sin mostrarse al enemigo.
El noble veterano acudió presuroso á recibir á su amigo y compañero de armas; y fué grande su júbilo al saber que el acompañante de Duguesclín no tardaría en librar al país de aquellos endemoniados arqueros ingleses que más de una vez habían puesto en fuga á los soldados del senescal enviados contra ellos.
Con su auxilio bajaron primero á la noble dama y no tardaron en verse todos al pie de la torre, rodeados de los valientes arqueros de la Guardia Blanca. ¿Dónde está el capitán Claudio Latour? fué lo primero que preguntó el barón de Morel, apenas sus pies tocaron el suelo.
No tardaron en hallarse congregados los arqueros, á quienes el barón, con voz firme y ademán enérgico, dirigió la palabra en estos términos: Me dicen, arqueros, que os habéis aficionado á esta regalada vida que aquí lleváis, hasta el punto de no querer salir de Auvernia.
Pero Anjou es gran tierra para los arqueros decentes, porque allí vino y mujeres son unas mieles. Lo único que saqué de Turena fué una descalabradura, pero en Vierzón, en un monasterio de órdago, me hice con un copón de oro por el cual me dió treinta ducados un judío genovés.
¿Y qué váis á ser vosotros? ¿Pecheros, leñadores? ¡No, arqueros! dijeron ambos á una voz. ¡Bien contestado, granujas! Ya se echa de ver que vuestro padre es de los míos. Pero ¿qué haréis cuando seáis soldados? Matar escoceses, dijo el chiquitín frunciendo el ceño. ¡Acabáramos! ¿Y qué entuerto os han hecho los pobres súbditos del rey Roberto?
Muy pronto no quedaron más que tres arqueros por banda y los barcos enemigos se acercaron rápidamente, con las cubiertas llenas de una turba horrible que lanzaba gritos de triunfo y blandía sables, hachas, puñales y picas. Acuden como peces al cebo, exclamó el barón. ¡Á ellos, soldados, á ellos! El estandarte aquí, á mi lado, y los escuderos á defenderlo.
Yo no vengo contra ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra; y Dios dijo que me apresurase. 23 Y los arqueros hirieron al rey Josías con una flecha; y dijo el rey a sus siervos: Quitadme de aquí, porque estoy herido gravemente. Y todo Judá y Jerusalén hizo duelo por Josías.
Para mayor decoro y ostentación de la Embajada, marchaban enseguida muchos empleados y gentiles hombres asistentes al solio pontificio, y la guardia de honor de Su Santidad, compuesta de arqueros suizos y de lanceros griegos y albaneses.
Palabra del Dia
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