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Actualizado: 13 de julio de 2025
Las preocupaciones y peligros de estas empresas no se traslucían nunca en su rostro jovial y sus ademanes generosos. Sólo se mostraba triste cuando pasaban varias semanas sin que él recibiese noticias de alguna barca salida de Argel en pleno mal tiempo.
Por los años de 1598. compuso Lope de Vega una comedia intitulada: Los Cautivos de Argel, cuyo argumento es el mismo que el del Trato de Argel: y con efecto introduce en ella un cautivo llamado Saavedra, en cuya introduccion tubo sin duda presente
Forman su base los amores de Aurelio y de Silvia, cautivos ambos en Argel. Aurelio es amado de Zara, su señora, mujer del renegado Izuf; y tanto ella como su amiga Fátima se valen de todo linaje de astucias para seducirlo, aunque inútilmente, porque se mantiene inexorable. Esto se desenvuelve en las primeras escenas.
Llegó también este suceso á oídos del Pachá, que dió tormento á algunos esclavos para obligarlos á declarar la verdad, convenciéndose al fin de que sólo habían tratado de representar una comedia; pero se vió, no obstante, en la necesidad de entregar seis españoles á la amotinada chusma de Argel, que les dió una muerte horrorosa. V. á Navarrete, pág. 366.
Y así era la verdad; porque, habiendo ya dado cuenta don Gregorio y el renegado al visorrey de su ida y vuelta, deseoso don Gregorio de ver a Ana Félix, vino con el renegado a casa de don Antonio; y, aunque don Gregorio, cuando le sacaron de Argel, fue con hábitos de mujer, en el barco los trocó por los de un cautivo que salió consigo; pero en cualquiera que viniera, mostrara ser persona para ser codiciada, servida y estimada, porque era hermoso sobremanera, y la edad, al parecer, de diez y siete o diez y ocho años.
Desde allí vino a Argel, donde sé que le sucedió uno de los más estraños casos que en el mundo han sucedido. De aquí fue prosiguiendo el cura, y, con brevedad sucinta, contó lo que con Zoraida a su hermano había sucedido; a todo lo cual estaba tan atento el oidor, que ninguna vez había sido tan oidor como entonces.
Dicen que va á Portugal, Mas temese no sea maña, Y es bien que tema su saña Argel, que le hace mas mal. En la guerra hay mil ensayos, De fraudes y astucias llenos, Acullá suenan los truenos, Aca disparan los rayos. Vamos, que el cielo que toma Por suya nuestra defensa, A España hará con su ofensa Sujeta y sierva á Mahoma.
Decidme, amigos replicó el alcalde : ¿cautivastes juntos? ¿Llevaron os a Argel del primer boleo, o a otra parte de Berbería? No cautivamos juntos respondió el otro cautivo , porque yo cautivé junto a Alicante, en un navío de lanas que pasaba a Génova; mi compañero en los Percheles de Málaga, adonde era pescador.
Los pétreos cardos trepaban por las columnas que sostenían las cornisas, y sobre estas últimas campeaban tres grandes medallones: el del centro con el busto del Emperador y la inscripción Dominus Carolus Imperator 1541, recuerdo de su paso por Mallorca para la infortunada expedición de Argel; los de los lados ostentando las armas de los Febrer, sostenidos por peces con barbudas cabezas de hombre.
El estrépito de las armas no pudo acallar su musa, puesto que la afición á la poesía, siempre viva en su pecho hasta en las cárceles de Argel , se despertó entonces más pujante. A pesar de su vida militar agitada, había escrito una novela pastoril, titulada la Galatea, en la cual revela poca originalidad, é imita, no del todo felizmente, las obras de Gil Polo y de Montemayor.
Palabra del Dia
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