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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Pues quisiera dejarlos aquí, á vuestro cuidado, con todas las buenas cosas que contienen, á excepción de esta cajita de plata labrada, cristal y piedras preciosas, regalo de mi capitán á la baronesa de Morel. ¿Queréis guardarme mi tesoro? Descuidad, arquero, que conmigo estará tan seguro como en las arcas del rey. Volved cuando queráis, que aquí habréis de hallarlo todo intacto.
Apoderarse del caudal del prójimo, es un robo; sisar del tesoro público, no lo es. El que cae en aquel pecado, pierde la estimación y la libertad; el que mete mano en las arcas fiscales, gana posición y renombre.
El Rey: D. Mateo Ibañez de Segovia, de la Orden de Calatrava, mi tesorero general, yo os mando que de cualquier dinero que se os esta hecho o hiciere cargo en mis arcas de tres llaves, sacándolo dellas con intervención de los contadores de la razón de mi hacienda que tienen las dos, déis y paguéis a Diego Velázquez, pintor, cuatrocientos ducados en moneda de plata, que valen ciento y cincuenta mil mrs.
Lo saca de las arcas en las grandes épocas de la vida, en los bautizos y en las bodas, como se da al viento un himno de alegría en el cual hay una estrofa para la patria.
La idea de ver entrar en sus arcas dentro de poco tiempo las misteriosas sumas encarceladas por D. Felicísimo le quitaba los últimos escrúpulos que pudieran turbarle, y por ver aquella idea hecha realidad tangible y sonante se desposara él, no digo yo con Micaela, sino con el mismo individuo que está a los pies del patriarca San Miguel.
Pero mejor que yo, relata lo sucedido entonces, autor tan grave y piadoso como el del manuscrito de Efemérides sevillanas, el cual dice: «El Provincial reconoció faltaba cantidad considerable de dinero de las arcas de la Redención, en las cuales, por supuesto, debía tener alguna intervención el maestro Vilches.
Mas Jacobo, con la prudencia con que moderaba todos los gastos de Currita desde que metía él la mano hasta el codo en sus arcas, desechó terminantemente el proyecto, imponiendo más bien que presentando otro más económico y también más nuevo... Dos cuadrillas imitando las piezas de un juego de ajedrez, blancas y negras, y una partida jugada por ellas mismas en forma de contradanza; Luis Fonseca, su compañero de embajada, habíalas visto jugar así en Conchinchina cuando las fiestas en honor de Phara-Norodon, rey de Cambodge.
Pero Areche pensaba que el rey lo había enviado al Perú para que, sin pararse en barras, enriqueciese el real tesoro a expensas de la tierra conquistada, y que los peruanos eran siervos cuyo sudor, convertido en oro, debía pasar a las arcas de Carlos III. Por lo tanto, informó al soberano que Guirior lo embarazaba para esquilmar el país y que nombrase otro virrey, pues su excelencia maldito si servía para lobo rapaz y carnicero.
Algunos rebeldes, que no gozaban del señoril derecho de morir descabezados, fueron arrastrados por las calles, en un serón de infamia, hasta el garrote. Así quedó vengada la defensa de Antonio Pérez y roto para siempre el brío de aquel soberbio Aragón, que sólo cada tres años se dignaba arrojar en las arcas del Rey su arrogante limosna.
Volvió con Milagros a tiendas al día siguiente, con ánimo de no entrar en la de Sobrino, donde la gran tentación estaba; pero el Demonio arregló las cosas para que fueran, y he aquí que aparecen otra vez sobre el mostrador las cajas blancas, aquellas arcas de satinado cartón donde se archivan los sueños de las damas. El dependiente las sacaba una por una, formando negra pila.
Palabra del Dia
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