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Actualizado: 19 de junio de 2025


Era hermano de un vecino nuestro en la Cava de San Miguel. Primeramente tuvo un cajón de casquería en la plaza, y después puso tienda de quincalla iba a todas las ferias con un sin fin de arcas llenas de baratijas, y armaba tiendas. Le llamaban Juárez el negro por tener la color muy morena. Viéndome tan mal, me ofreció el oro y el moro, y que iba a hacer y a acontecer.

Quiroga sabe que en un templo hay escondidos objetos preciosos; preséntase al sacristán, a quien interroga sobre el caso; es una especie de imbécil que contesta sonriéndose. «¿Te ríes? ¡A ver!... ¡Cuatro tiradores!...», que lo dejan en el sitio, y las listas de la contribución se llenan en una hora. Las arcas del general se rehinchan de oro.

Nunca abandona las llaves de la despensa, de las alacenas, arcas y armarios.

Si se entusiasmaba hablando de sus marchitos laureles, abría las arcas, abría los armarios, y seda, galones y plumas, abalorios y cintajos en mezcla de colores chillones saltaban a la alfombra, y en aquel mar de recuerdos de trapo perdía la cabeza Quintanar.

No conoce por principios la mecánica, habrá visto algunos establecimientos, mas no los necesarios para poder comparar la invencion con los demas sistemas conocidos: el maquinista sabia que las arcas no estaban vacías, tenia un interes en que se formase alto concepto de la invencion; hay pues bastante peligro de que el mérito sea exagerado, hasta podrá ser muy mediano, y quizas nulo.

Es una bicoca, hija manifestó la marquesa con aquel tono y aire de superioridad indulgente que sabía tomar cuando le convenía . Si salgo de mi conflicto, esa futesa por que usted se apura tanto, corre de mi cuenta. Así está el país como está, porque el capital no circula, porque todo el metálico está en las arcas, sin beneficio para nadie, ni para el que lo posee.

Establecióse en Chile, donde organizó una Sociedad cuyos accionistas sembraron oro, que fué a esconderse en las arcas de Paraff, y cosecharon cobre de mala ley. Algo parecido sucedió en tiempo del conde de Castellar, sólo que allí no hubo bellaco embaucador, sino inocente visionario. Sigamos a Mendiburu en la relación del hecho.

Es lo que faltaba dijo la Burlada con aspavientos de oficiosa ira ; que también tuvieran dinero en las arcas del Banco esos hormigonazos. ¡Tanto como eso!... Vaya usted a saber indicó la Demetria, volviendo a dar la teta a la criatura, que había empezado a chillar . ¡Calla, tragona! ¡A ver!... Con tanto chupío, no cómo vives, hija... Y usted, señá Benina, ¿qué cree? ¿Yo?... ¿De qué?

Y hélos do vuelven luego con ellos, y toman la llave y llámanme, y llaman testigos y abren la puerta, y entran a embargar la hacienda de mi amo hasta ser pagados de su deuda. Anduvieron toda la casa y halláronla desembarazada, como he contado, y dícenme: "¿Qué es de la hacienda de tu amo, sus arcas y paños de pared y alhajas de casa?" "No yo eso", les respondí.

De intento y por su naturaleza, había de ser siempre un manuscrito; todo lo más, debía figurar en uno de estos archivos íntimos de familia, colección de documentos que eslabonan la generación presente con las que han dejado de existir; documentos que, en su manía escudriñadora, suelen encontrar en las arcas viejas los muchachos, los parientes, quienes se entretienen hojeándolos durante las tardes ociosas del otoño.

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