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Actualizado: 15 de junio de 2025


Entonces comprendí por qué mi viejo compañero nos conducía tan aprisa a la arboleda. A pesar de esto palpitábame el corazón, especialmente al acordarme de mis pobres amigos. De repente, cuando llegábamos al lindero, echaron al galope detrás de nosotros a los perros...

Del silencio de la arboleda surgían gritos de pájaros invisibles, saludos burlones a los bípedos que avanzaban en el silencio junto a los matorrales, evitando destacar sus siluetas sobre los espacios de tierra blanca; menudas carreras que denunciaban el medroso despertar de los conejos, asustados por los pasos cautelosos de la cuadrilla. Maltrana dudaba de la realidad.

Lo mas notable es una especie de cenador, ó mejor dicho, de santuario de verdura que hay al final de la arboleda. Seguramente que el capitán querrá llevar allí á la marquesa. Pero ella es lista y sabe escurrirse.

Más allá del Can extendíanse la arboleda, dividida por paredones de piedra seca, y los bancales de altos ribazos. Los vientos de la isla no permitían la ascensión de los árboles, y éstos esparcían su ramaje en torno de ellos con una prolijidad exuberante, ganando en extensión lo que perdían en altura. Todos conservaban las ramas sostenidas por numerosas horquillas.

En el fondo de los ojos de Tónica veía él la reducción del paisaje, las verdes charcas del río, los cañares, la arboleda, el azulado cielo; y las nubecillas que resbalaban veloces antojábansele, vistas en tal espejo, el alma de su amada, que pasaba y repasaba tras las pupilas envuelta en vaporosas vestiduras. ¡Oh, qué bien se sentía caminando junto a la mujer amada, rozándola el codo a la menor disigualdad del terreno, aspirando el perfume indefinible de Tónica, distinto de todas las esencias de este mundo!

Después de la procesión llegó éste a la arboleda con música y banderas al frente, y la criatura fue depositada al pie de un altar simulado.

Don Juan se presenta disfrazado de pintor, habiendo adoptado este traje para entrar con más libertad en las casas de los particulares, y descubrir más fácilmente al raptor de su esposa, con cuya sangre se propone lavar la mancha de su honor. Es presentado al príncipe Ursino, que le da la comisión de retratar una beldad, que ha conocido en una quinta, situada en una arboleda inmediata.

Sólo sonaban los pasos de Maltrana haciendo crujir la arena, y este ruido le parecía tan grande, tan agigantado por el silencio, que podía despertar a los guardas a muchas leguas de distancia. De vez en cuando la selva agitábase con ondulaciones ruidosas. Una ráfaga de viento moviendo una rama daba la señal. Toda la arboleda se estremecía, inclinando las copas.

Los contratistas de Gallarta, al reunirse por las noches con el doctor Aresti, hablaban de los síntomas de rebelión en las aldeas de la cuenca minera. En la Arboleda los peones clamaban contra las cantinas, afirmando que los capataces eran los verdaderos dueños, y que el obrero que no se surtía de víveres en ellas era despedido del trabajo.

Se hacía tarde; debían llegar antes de anochecer á un determinado acantonamiento. Iban cuesta abajo, al abrigo de una arista de la montaña, viendo pasar muy altos los proyectiles enemigos. En una hondonada encontraron varios grupos de cañones de 75. Estaban esparcidos en la arboleda, disimulados por montones de ramaje, como perros agazapados que ladraban asomando sus hocicos grises.

Palabra del Dia

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