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Actualizado: 30 de junio de 2025


Este deseo anhelante de escrupulosidad que apruebo en principio ha engendrado la necesidad de buscar modelo para todo lo que se está ejecutando. Los pintores no dan una pincelada ni los escultores ponen los dedos sobre el barro sin tener el modelo delante. A su ejemplo, los novelistas modernos llevan en el bolsillo una cartera para apuntar cuanto ven y oyen.

Yo no vi nada, porque no miraba. Apruebo que no mirases. Ese recato, esa indiferencia tuya, picaron al Conde. Si llegas a mirarle te hubiera seguido, aunque más audaz, con menos empeño. Entonces , que le miraste, ya que observaste tantas cosas, ¿cómo no le hiciste formar ruín concepto de ti?

Comprendo que te gusta esa joven y apruebo tu proyecto de hacerla tu mujer; pero, lo sabes como yo, si no aporta con su dote tanto como , la vida os será difícil y no podrán mantener su rango. ¡Se necesita tanto dinero hoy para figurar en nuestro mundo! Aparte de esta restricción, no tengo ninguna objeción que hacer; esa joven te conviene mucho.

Los trescientos dellos por cuenta de lo que se le debe de pinturas que hace para mi servicio, y los ciento restantes por cuenta de una pintura de Baco que ha hecho para mi servicio, que con su carta de pago, o de quien su poder hubiere y esta mi cédula, habiendo tomado razón della el Grefier de mi Bureo, que ha de prevenirlo para que a la persona que se hubiere entregado o entregaren las dichas pinturas, se le carguen para que cuenta de ellas, tomándola asimismo los dichos contadores de la razón serán bien pagados, y mando se reciban y pasen en cuenta, en la que diereis del dicho nuestro cargo sin otro recaudo alguno, y apruebo y tengo por bien lo hayáis cumplido antes de ahora en virtud de orden de mi contador mayor.

La misa. Yo no apruebo las ideas de mi sobrino Antero. Hasta ahora hemos vivido á gusto en este valle sin minas, sin humo de chimeneas ni estruendo de maquinaria. La vega nos ha dado maíz suficiente para comer borona todo el año, judías bien sabrosas, patatas y legumbres no sólo para alimentarnos nosotros, sino para criar esos cerdos que arrastran el vientre por el suelo de puro gordos.

Les juro que creía que mis compatriotas no tenían mas que sangre de nabo en las venas. Le prometo, señor vizconde, prepararlo con todo esmero. EUSTAQUIO. ¡Vamos a ver de qué se trata...! A me gusta conocer siempre el asunto, porque debe usted comprender que si éste no me agrada lo enviaré a un compañero. EL VIZCONDE. Apruebo sus escrúpulos.

Cuando quedamos solos tía Carmen me dijo: Ven, acércate. Y mirándome tristemente agregó: No seas causa de que una mujer llore un desengaño; no, Rodolfo, ¡no hagas eso! No puedes imaginar qué de males ocasiona un hombre cuando miente amor. Mira, lo por experiencia. Cásate con quien quieras.... Tía: yo no lo haré nunca movido por el interés y la codicia.... Muy bien. Apruebo ese modo de pensar.

Lo que yo no apruebo, lo que yo no aplaudo, aquello con que no me conformo, porque si llegase yo a ser de los favorecidos me daría muchísima lástima de los que no lo fuesen, y si no llegaba a ser de los favorecidos, tendría yo grandísima lástima de , lo cual casi es peor, es que se desdoble el género humano el día menos pensado, y elevándose unos a la condición de super-hombres, se conviertan los demás en sub-hombres y vuelvan a ser antropiscos, retrocediendo hasta el mono, o mereciendo la calificación de superfluos con que el Sr.

Apruebo su matrimonio, lo reintegro en su situación de heredero, le devuelvo mi cariño y me preparo á rivalizar contigo en ternura para la joven pareja. ¡Dios mío! exclamó Clementina levantando los brazos con estupor; ¿qué es lo que oigo? Lo que oyes, querida prima, es el lenguaje de la sana razón.

Y, sin embargo, ¡qué corrupción la de los tiempos que corren! como decían las benditas madres que me han educado. ¡Qué perversa condición tenemos las mujeres! ¿Quiere usted creer que a pesar de todo, me es usted muy simpático y me hace muchísima gracia? Lo que no apruebo, es que tenga usted tan estrafalarias ocurrencias.

Palabra del Dia

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