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Deben ustedes estudiarlo. Para él no existe nada digno de aprecio fuera de las Thermópilas y Maratón. Odia á los medos y á los persas más que á los chicos que le roban la fruta. ¡Es curioso! exclamaba el ingeniero. Pero su enemigo mortal es Pericles. ¿Cómo? , se ha empeñado en destruir su gloria, y busca y rebusca por todas partes algo que pueda socavarla.

Es tan bello este drama, tan original, tan patético, se respira en él tal perfume de poesía mezclado á un sentimiento tan profundamente cristiano, que dudo mucho que otra producción dramática de este siglo pueda competir con ella en el aprecio de los venideros. Semejante distancia entre las obras de un mismo autor no puede achacarse racionalmente sino á la felicidad de la invención.

Así es que, si bien notaba, y se sentía lisonjeado al notarlo, que doña Luz hacía de él el más alto aprecio, ni en ella, ni en él, ni en el público, acertaba a descubrir que pudiese esto ofrecer el menor inconveniente.

Sentáos, sentáos dijo el rey ; vos sois mi buena, mi hermosa, mi amada Margarita dijo el rey tomando á la reina una mano, y besándosela ; y vos, padre, sois mi amigo y mi confesor. Ya sabéis cuánto he defendido yo el que os aparten de mi lado, á pesar de que Lerma me ha hablado mal de vos. Yo os aprecio mucho, fray Luis; más que apreciaros, os reverencio.

Lucía en sus adentros compadecía a su amiga por estar tan ignorante de los inefables deleites de la poesía y del amor, y en este mutuo aprecio y desprecio vivían ambos genios acordados y tranquilos. Lucía notó en seguida la antipatía de su amiga por el hijastro, y trató de vencerla suavemente; pues no hallaba fundamento para ello.

Era á la sazón arzobispo don Pedro de Castro y Quiñones, quien haciendo aprecio de los méritos del doctor Salinas y teniéndole personalmente en gran estima, le ofreció una canongía á la que éste renunció por causas que se ignoran.

Durante la marcha hacia Setoc mucho mas aprecio del criado que del amo, y le daba mucho mejor trato porque sabia cargar mas bien los camellos. Dos jornadas de Oreb murió un camello, y la carga se repartió sobre los hombros de los esclavos, cabiéndole su parte á Zadig.

Lo seréis, porque á más de vuestro tío os ayudaré yo. ¡Vos! , yo... ¿pues no sabe todo el mundo que soy la querida del duque de Lerma, y que su excelencia me quiere tanto, que hace todo lo que yo quiero? Temería abusar de vos. ¡Bah! yo debo agradeceros el que me hayáis mirado tan bien. Mejor os agradecería el que no me miráseis mal. ¿Y por qué? no tengo motivo... os aprecio... Más quiero...

Viendo a su esposo tan decaído y maltrecho se reverdeció en Rosalía el cariño de otros tiempos; y el aprecio en que siempre le tenía depurábase de caprichosas malquerencias para resurgir grande y cordial, tocando en veneración.

No, Eduardo, no, porque me siento libre. Ya que será preciso evitar, huir de esa sociedad cuyo aprecio tanto buscan los otros, y que prodiga éste o lo retira de acuerdo con las reglas más extrañas y más inciertas. Tanto mejor.