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Pasó el sacerdote por delante de ellas murmurando lúgubremente latines, y en pos de él, nosotros. A la puerta de la sala hallamos al infortunado Torres, de rodillas, con un cirio igualmente en la mano y sollozando. Con el cura entramos en el gabinete, donde habían puesto un altar portátil, diez o doce personas, entre ellas Olóriz. Mis ojos no se apartaban apenas de él.

Se acordaban de que existía el mundo, de que no estaban solos en el planeta, y había una vida más allá de la oceánica extensión, con la que iban a ponerse de nuevo en contacto. Los hombres se apartaban de las señoras, a las que habían cortejado hasta entonces. Ceñudos y preocupados, buscaban un rincón y mordían el cabo del palillero ante el pliego virgen, no sabiendo cómo reanudar sus ideas.

Refugiábase luego entre los vestidos de la Virgen, en el aceite de la lámpara, en el recinto sagrado del copón; y en los vestidos, en el aceite, en el copón, los tigres no se apartaban de él, siguiéndole sin descanso y tocándolo sin llegar a cogerle.... Al fin acabó este espantoso delirio y quedó el escolar en inacción parecida a la de la muerte.

Y Julio mismo, al fin, le pareció revestido con el velo de la suavidad acariciante. Sus palabras no se apartaban de los asuntos sobre los cuales habían conversado otras veces, en casa de las Aliaga. Pero su voz tenía de nuevo el dejo humilde, insinuante, que tan singularmente la había sorprendido algunos días antes. Y toda su persona parecía rendirse a ella.

Y, sin embargo, los que la boca temerosa del artista había dejado escapar, y muchos otros que habían quedado dentro, a ella exclusivamente iban dirigidos. Mientras hablaba en pie y arrimado a la mesa con los papás y con Romadonga, sus ojos de pez, claros y fríos, no se apartaban de la gentil muchacha. ¿Gentil? , Presentación era una lindísima joven que acababa de cumplir los veinte.

Entraba Carmen en la habitación del herido con leve paso, bajos los ojos, como avergonzada de su anterior hostilidad. ¿Cómo estás? preguntaba cogiendo entre sus dos manos una de Juan. Y así permanecía, silenciosa y tímida, en presencia de Ruiz y otros amigos que no se apartaban de la cama del herido. De estar sola, tal vez se habría arrodillado ante su esposo, pidiéndole perdón. ¡Pobrecito!

No apartaban los ojos de su hermana, mientras creciente sensación de gula bestial iba cambiando cada línea de sus rostros. Lentamente avanzaron hacia el cerco. La pequeña, que habiendo logrado calzar el pie, iba ya a montar a horcajadas y a caerse del otro lado, seguramente, sintióse cogida de la pierna. Debajo de ella, los ocho ojos clavados en los suyos le dieron miedo.

9 Y cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para tenerla, porque los bueyes se apartaban. 10 Y el furor del SE

Pero al mismo tiempo creía ver que las paredes se apartaban y una perspectiva luminosa, infinita, se abría ante . «¿No querías desempeñar el papel de sacerdotisa en esta casame decía en tono de reproche una voz interior; pero se extinguió ahogada por el ruido de mi sangre. ¿De qué sirve discutir? continuó él.

Entre tanto, el tal subsecretario, el general y el periodista español, no se apartaban un punto del marqués, que ya estaba en voz nuevamente y comenzaba a hacer pinitos parlamentarios. Estaba muy satisfecho del interés que se habían tomado por su salud el canciller de acá, el embajador de allá, un ministro del kedive de Egipto y cien eminencias más que veraneaban por allí.