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Actualizado: 20 de julio de 2025


, señor. ¿Y los corazones de franela? También. Está bien, señorita. Tendré presente su diligencia y entusiasmo. Don César no movió un pliegue de su rostro varonil en esta conversación. Sus ojos, de una extraña firmeza que rayaba en ferocidad, no se apartaban de la niña.

Engordaba demasiado, olvidaba sus meditaciones trascendentales..., y sus gustos sencillos, fácilmente satisfechos con la vida montañesa, le apartaban de los complicados planes de medro y vida regalada que había traído de su país.

Los hombres trabajaban á cinco leguas de allí, río abajo, en un lugar algo pantanoso, donde las crecidas habían hecho surgir un bosque de álamos y otros árboles. Apartaban los peones la tierra inmediata á los troncos, dejando al descubierto sus raíces.

Ya que amistades nocivas le apartaban otra vez del buen camino y le envenenaban el alma con insinuaciones malévolas, con sospechas torpes e impías, más valía dejarle en paz, apartar de su vista el espectáculo inocente, mas para él poco agradable, de dos almas hermanas que viven unidas, con lazo fuerte, en la piedad y el idealismo más poético».

Rodaba el coche de Gallardo con lento paso, para no atropellar a los grupos de espectadores que salían de la plaza. Estos se apartaban ante las mulas, pero al reconocer al espada parecían arrepentidos de su amabilidad. Gallardo adivinaba en el movimiento de sus labios tremendas injurias. Pasaban junto al coche otros carruajes ocupados por hermosas mujeres con mantillas blancas.

Mientras pronunciaba las palabras decisivas que le apartaban de Julio para siempre, en medio de la sombra de su congoja una especie de júbilo le nacía, como una luz, y le bañaba el semblante. Muñoz, maravillado, creyendo soñar, tomó entre las suyas aquellas dos manos juntas. ¡Adriana! ¿Puedo creer a mis ojos? ¿Puedo pensar que esta alegría es alegría de su ternura por ? , Muñoz.

Se humilló, se anonadó, se redujo bajo el remordimiento, pidiendo perdón sin cesar, por algo odioso, por algo enorme, aborrecible, que sentía ahora por primera vez, en todo su peso, en todo su horror, sobre su propia conciencia. Aixa y el morisco, asidos fuertemente, sin hablarse, no apartaban los ojos del mancebo. La ciudad prolongaba el lloro y el canto de sus bronces en el piadoso anochecer.

Y por otra parte, los diálogos entre Rafaela y Juan Maury, que Arturito había oído, y que versaban sobre historia, metafísica y otros objetos profundos, apartaban del pensamiento de Arturito toda sospecha de que los interlocutores pudieran enamorarse.

Es cierto que sus cabellos obscuros estaban cortados en la nuca como los de un muchacho, y estaban dispuestos adelante en cierto número de bucles chatos que se apartaban mucho de su rostro. Pero no había peinado que no hiciera encantadores el cuello y las mejillas de Nancy.

Los Vireyes, satisfechos con tener en su dependencia á las fértiles campañas del Paraguay, y á los ricos valles del Perú, apartaban la vista de la parte meridional de su jurisdiccion, que miraban como la Siberia de América. Este abandono, ó mejor diremos desprecio, duró hasta que Viedma fue instalado en su cargo de Super-intendente de los establecimientos patagónicos.

Palabra del Dia

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