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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Dos meses despues divisábamos las costas del Brasil, y un ambiente embalsamado con el perfume de mil flores llegaba ya hasta mi, haciéndome gustar inefables y dulces emociones. Iba yo al cabo á echar pié sobre el mundo de Colon, sobre esa tierra de prodigios, cuya exploracion habia siempre ansiado aun en medio de los sueños de mi infancia.

Y al expresar mi corazón la devorante necesidad de poseerla, mi razón me gritaba severa: Es necesario que sea tu esposa. De la misma manera que no he podido describiros a Amparo, no puedo haceros comprender de qué manera la deseaba, de qué manera la amaba. La deseaba como jamás había ansiado otra mujer.

Debe usted ser dichosa en amores. lo he sido, porque nunca tuve un novio tan insignificante como usted. Por más que usted piense otra cosa, doña Demetria, sigo creyendo que usted y yo haríamos una pareja muy linda... Ya sabe usted que en cuanto esos labios de coral pronuncien el ansiado , encargo el trousseau á Madrid... ¿Le gustan las camisas abiertas, D.ª Demetria?

Lejos de imitar a la mayor parte de las jóvenes que no piden al ansiado novio más que fortuna o una posición envidiable, ella se preocupaba principalmente de las cualidades del alma del hombre a quien entregaría su vida. Presentía que el matrimonio es cosa grave y que no deben ligarse ligeramente los nudos.

Ahora se daba exacta cuenta de su amor, que en aquella época no hallaba tiempo ni ocasión para exteriorizarse en la intimidad de la vida doméstica. ¡Ah! ¡cuando descansase se decía entonces cuando viera asegurada su fortuna, qué feliz sería con aquella mujer, digna compañera de su opulencia, que parecía reinar sobre la gente más encopetada de Bilbao!... Pero llegó el ansiado descanso, y al buscar á su mujer, en vano se esforzó por encontrarla.

La obra era magna, había costado mucho y preciso era que los autores se cobrasen, presenciando por completo la alegre sorpresa de su madre... Llegó el ansiado día, y ocultando Lilí bajo su capita de pieles el magnífico regalo, entráronse ambos niños a hurtadillas en el estudio de su madre: allí solía venir ella todos los días antes de almorzar, bastante después de las doce, y era la ocasión más a propósito para darle la sorpresa.

De tal suerte imperaba el entusiasmo, que nadie se ocupaba en mirar a la gente de abajo, a pesar de hallarse de bote en bote el coliseo; y como tardase en subir el telón, hubo pateos y aplausos impacientes y furiosos. Al fin dio principio el ansiado acto segundo. Graduaba el autor hábilmente los efectos dramáticos, manejando con destreza los resortes del terror y la piedad.

Si en el Cielo hay algún idioma o dialecto, el oír cómo lo destrozan los ángeles será el mayor regocijo y entretenimiento del Padre Eterno. Su pobreza no le permitía el lujo más ansiado de su corazón.

Una vez que descubría el ansiado secreto, aunque fuese la cosa más baladí, recobraba la calma y serenidad, volvía a su ser dulce, pacífico, inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martín, el P. Narciso, D. Joaquín y otros, solían embromarla fingiendo algún misterio entre ellos, la atormentaban, le hacían perder el juicio de pura curiosidad.

¡Una capa! ¡Poseer una capa de brega, no teniendo que implorar a otros más felices el préstamo del ansiado trapo por unos minutos!... En un cuartucho de la casa yacía olvidado un viejo colchón con las tripas flácidas. La lana habíala vendido la señora Angustias en días de apuro.

Palabra del Dia

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