United States or Dominica ? Vote for the TOP Country of the Week !


El prebendado D. Cosme, leída la carta de mi tío, me recibió cordialísimamente, manifestándome que tendría gran placer en servirme en todo cuanto pudiese. Era un señor ya anciano, con los cabellos enteramente blancos y rosetas encarnadas en los pómulos, ojos vivos y francos y boca grande, sonriente.

En aquel momento, Luisa mantenía en el aire una cuchara con salsa; lo abandonó todo y corrió a arrojarse en los brazos del anciano, gritando: Papá Juan Claudio, papá Juan Claudio, ¿es usted? ¿No está usted herido? ¿No tiene usted nada? Hullin, al oír aquellas palabras salidas del corazón, palideció y no pudo responder.

Le desde la ventana del despacho, a eso de las diez, jinete en una soberbia mula de magnífico andar. ¡Qué bien que se sostenía el anciano en su caballería! De fijo que el P. Herrera fué todo un charro allá en sus mocedades. ¡Vaya con el simpático viejecillo!

Cuando se levantó y contempló el cadáver, en cuyo semblante se leía la tristeza más profunda, el pesar de toda una vida inútil que se llevaba más allá de la muerte, el anciano se estremeció y murmuró: ¡Dios tenga piedad de los que le han torcido el camino!

Dimmesdale después que pronunció su discurso, se adelantó apresuradamente para ofrecerle su apoyo; pero el ministro, todo trémulo, aunque de una manera decidida, alejó el brazo que le presentaba su anciano colega.

Un buen anciano que tenía un hijo labrador y otro tratante en granos, era muy devoto de Santa Ana por cuya intercesión había logrado de Dios muchos beneficios para sus dos hijos.

El señor Macey, que era ahora un débil anciano de ochenta, y seis años que nunca se le veía sino junto al fuego y tomando el sol en el umbral de su puerta, emitía el parecer de que, cuando un hombre había procedido como Silas con la huérfana, era una señal de que su dinero reaparecería o de que por lo menos el ladrón tendría que dar cuenta de él.

Que en la época de que tratamos podia ya haber dado en flores alguna promesa de los hermosos frutos que luego produjo, no hay la menor duda, puesto que consta por su discípulo S. Eulogio que antes del año 856 murió muy anciano.

Los supernumerarios que la hacían la corte en el salón, no supieron nunca cuán cerca habían estado de la dicha. Para ocupar sus ocios, no encontró nada mejor que acabar la ruina moral del anciano duque.

Sonriendo, la tomó de la mano para obligarla a entrar. «El pobre Canencia... dijo . Cosa rara... Hace tanto tiempo que está tranquilo... Pero es un ángel, es incapaz de hacer el menor daño». Ambos le miraron. El semblante del anciano no expresaba ira, sino emoción, y dos lágrimas rodaban por sus mejillas.