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Actualizado: 22 de julio de 2025
Si él tenía dinero, los otros ¡ah! los otros tenían allá lejos, en Madrid, poderosas amistades; llegaban cuando querían hasta el trono; eran de los que tenían la sartén por el mango; y si en su presencia se murmuraba que la madre de Rafael pensaba en su hija para nuera, don Matías enrojecía de satisfacción y murmuraba modestamente: No sé; creo que todo son habladurías.
»Allí intervinieron y mediaron en nuestra contienda las personas de más respeto, que habían acudido y que en torno nuestro formaban corro, y casi nos obligaron a echar pelillos a la mar, a hacer las amistades y a convertir las casi homicidas manos en cariñosas, enlazándolas y apretándolas generosamente.
Soñó con amistades heroicas, fue todo franqueza y ardor, ofreciendo, sin ambages, en rebosante copa, la lealtad de su pecho; pero no tardó en advertir que sigiloso encono crispaba todos los labios en su presencia y que su mano calurosa no estrechaba sino dedos laxos y fríos.
Estas amistades de influencia, siempre perjudicial á la recta administracion de justicia, son en Manila un efecto casi necesario de la corta poblacion española , de la falta de todo recreo ó distraccion pública, y de que con la laxitud del clíma, y de las costumbres y halagos del pais, se entra en una vida regalona y blanda, y se pierde aquella entereza y enerjía de las costumbres europeas á los pocos años de residencia en las Islas.
Por esta causa, le advierto que no se deje engatusar por ella. Yo soy muy cabal en mis amistades y estimo con razón que las que no están conmigo están contra mí... LA GENERALA. Hay hasta tres, si se cuenta el de la señora de los Charmes. ¡Pero esto no tiene importancia...! La buena condesa cedió su palacio y no se le pide más. Generala: la llaman en el economato...
Era la de Aliaga una de esas familias porteñas que se han retraído rehuyendo las antiguas amistades y viviendo en una especie de reserva y de rara indiferencia para todas las cosas que agitan al brillante mundo social. La casa, interiormente suntuosa, parecía demasiado grande para las pocas personas que la habitaban.
Pero cuando, pasados los primeros meses de luto y cansada de su retraimiento, se lanzó la viuda á hacer visitas, quiso ser acompañada por Toledo, presentándolo á sus amistades del mundo aristocrático. Es el ayudante de campo del difunto marqués. ¡Lo mismo que él había inventado para darse importancia ante sus compañeros de hambre! No dudó más de su graduación.
El joven se desesperaba, viendo la desproporción grande entre su posición real y la artificial, que se había creado con amistades de chicos pudientes, con la necesidad de vestir bien y sus eternas pretensiones, fomentadas sin cesar por toda la familia. No tenía amor al estudio, porque oía decir constantemente que el estudio de poco aprovecha.
-El mismo soy -respondió el caballero-, y el tal don Quijote, sujeto principal de la tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le sacó de su tierra, o, a lo menos, le moví a que viniese a unas justas que se hacían en Zaragoza, adonde yo iba; y, en verdad en verdad que le hice muchas amistades, y que le quité de que no le palmease las espaldas el verdugo, por ser demasiadamente atrevido.
Yo también marino añadió él . ¿Usted español? Sí, español. Yo, holandés. Los dos marinos..., los dos borrachos. Buenas amistades. Después de decir esto y estrecharme la mano, el holandés se sentó a mi mesa. Bebimos juntos. El holandés era capitán de la corbeta Vertrowen.
Palabra del Dia
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