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Actualizado: 1 de mayo de 2025
El amor se había vuelto odio, y el conde se desahogaba a menudo, poniendo a Pepita como chupa de dómine. En este ameno ejercicio se hallaba el conde, cuando quiso la mala ventura que D. Luis y Currito llegasen y se metiesen en el corro, que se abrió para recibirlos, de los que oían el extraño sermón de honras.
Esto no es de mi obligación, pero como la niña no quiere hacer este quehacer, aquí me tiene usted.... Por la noche, en torno de la mesa, mientras mi tía Pepa y Angelina hacían aquellas hermosas flores que han dejado perdurable fama en Villaverde, me instalaba yo, triste y contrariado, en un sillón, cerca de ellas, y sin decir palabra me engolfaba en la lectura de un libro ameno.
Su trato le parecía cada vez más ameno, mayor su ingenio; pero no dejaba de observar que en todas sus conversaciones se quedaba siempre corto, temeroso de pronunciar palabra en extremo arriesgada, cuidando de evitar frases que no pudiera recoger.
El jesuita durmió después de estudiar y de mortificarse, y abandonó de madrugada el lecho. Esto se repetía diariamente, mes tras mes, año tras año. En sus explicaciones filosóficas, Gracián realizaba el prodigio de volver claro lo oscuro y de hacer ver las honduras de aquella ciencia, iluminando la superficie con la luz de un método admirable y de un decir ameno.
Con todo esto y lo que ya se ha dicho en el capítulo precedente sobre oreos y desinfecciones, que continuaban en la necesaria medida, la casa de la marquesa, sin dejar ésta de ser la dama de distinguido y ameno trato, no era conocida ya. Aquellos profanados interiores de la Montálvez habían adquirido el honrado aspecto de un hogar de familia.
Y siguiendo el relato De aquellas expansiones Que enaltecen patrióticas reuniones, Donde el ameno trato De jóvenes diplómatas noveles Para la Patria conquistó laureles; He de nombrar la femenil belleza, Ornada de modestas galanuras De filipina alteza, Con sus alegres castas timideces, Conjunto de hermosuras Mezcladas con ingenuas altiveces.
Mutatis mutandis, todo le parece lo mismo: la mujer del alcalde es igual a una emperatriz o reina, la del escribano equivale a la duquesa más en moda en Madrid, y el majo Fulanito se le antoja más brioso, y gallardo, buen jinete, seductor, afable y ameno, que el más perfecto dandy de cuantos ha conocido.
Á pesar de esto, tenía el padre tal autoridad y discreción; era tan ameno en su trato y tan resuelto valedor y defensor de las mujeres, que gozaba de inmensa popularidad entre ellas, y era fervorosamente reverenciado, así de las jornaleras humildes como de las encopetadas hidalgas.
Y si se le convierte en ponzoña la triaca, culpa será suya y no del médico, porque la malicia no estará entonces en el que escribe, sino en la propia voluntad del que lee; que, como dijo un poeta antiguo: Del más hermoso clavel, pompa del jardín ameno, el áspid saca veneno, la oficiosa abeja, miel.
Al amanecer de este dia marché y llegué á las once y media al Valle Hermoso, en donde hice alto por ser ameno, pues le rodean dos arroyos, de los rios el Cobre y Santa Helena; y asimismo hay una laguna de media legua de largo, capaz por su fondo de recibir un barco de los del Rio de la Plata: y á poca distancia del camino se hallan unas salinas, y para pasar á las Diaretas, donde hice noche, hay que pasar una ladera, ó cerro muy encumbrado.
Palabra del Dia
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