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Actualizado: 8 de julio de 2025


Por fin la joven se adelantó algunos pasos á su acompañante y ambos cruzaron rápidamente el prado hasta llegar al puentecillo rústico, donde se detuvieron y reanudaron la interrumpida plática. ¿Dos amantes?

Durante la comida, á la cual asistía el señor de Bevallan, habló de nuestra excursión; como para quitarle todo misterio, lanzó de pasada algunas zumbas á propósito de los amantes de la Naturaleza, y terminó contando la mal aventura de Mervyn, pero suprimió de este último episodio toda la parte que me concernía.

Los hombres son diversos desde su nacimiento, y esta verdad ingrata sugiere la idea de la igualización. Ideas son éstas que me parecen sencillas: pero él las califica de rarasLa atención del juez aumentó en ese punto. Ese «él» ¿no sería el Príncipe Alejo Petrow? ¿No databan esos razonamientos respecto al problema social, del tiempo en que los dos amantes se habían conocido?

Esto vale más que todas las estampas con lunas, lagos, amantes y otras macanas que mi «romántica» pone en las paredes para que críen polvo. Y señalaba los diplomas honoríficos que adornaban el escritorio, las copas de bronce y demás bisutería gloriosa conquistada en los concursos por los hijos de su pedigrée.

no puedes vivir sin amor. ¿Cómo habías de quererme a , que sólo tengo juventud en el corazón?... Óyeme...». Cada vez que decía «óyeme» tomaba una actitud sacerdotal y el tono más solemne del mundo. «Óyeme. has amado a un solo hombre; ese hombre ha vuelto de la Habana. De todos tus amantes, él era el más simpático, el más caballero.

Roberto se acerca á los amantes y les anuncia la muerte reciente del Rey; el Príncipe, á la verdad, muestra al principio su dolor por el fallecimiento de su padre, pero se consuela en breve ante la perspectiva risueña, para él, de no haber ya obstáculo alguno que se oponga á su unión con Blanca.

Una noche celebra Roberto en su jardín una fiesta de confianza, á la cual, como es de presumir, sólo son invitados sus más próximos parientes, y, mientras tanto, el astuto Ramón llama de tal suerte la atención de su amo, que Lisardo entra sin ser notado; los amantes se hablan en un bosquecillo, al mismo tiempo que Roberto departe á más y mejor con Ramón, y los cantores entonan la siguiente estrofa: Madre, la mi madre, Guardas me ponéis; Que si yo no me guardo, Mal me guardaréis.

No procedía éste como los amantes vulgares, en quienes la pasión no es más que un egoísmo un poco espiritualizado. En Bozmediano los movimientos de delicadeza y generosidad eran espontáneos y vehementes. No le fué difícil conseguir lo que apetecía.

Una criatura tan noble y tan atractiva como ella, debía inspirar, así como sentir, la más profunda, ardiente y duradera de las pasiones: era digna de ocupar un lugar entre los amantes inmortales a quienes la historia y la leyenda han consagrado sus páginas imperecederas.

3 El Fénix de la Escritura, el glorioso San Jerónimo, de D. Francisco González de Bustos. 4 Cuando no se aguarda, de D. Francisco de Leiva Ramírez de Arellano. 5 No hay contra lealtad cautelas, del propio autor. 6 Amadís y Niquea, del propio autor. 7 Las tres coronaciones del Emperador Carlos V, de D. Fernando de Zárate. 8 De los hermanos amantes y piedad por fuerza, de D. Fernando de Zárate.

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