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Actualizado: 2 de julio de 2025


Hubiera habido expresiones geográficas: Francia, Italia, Inglaterra y Alemania; pero no hubiera habido nación francesa, ni inglesa, ni alemana, ni italiana. Ha habido nacionalidad y la hay, porque en un momento dichoso ha llegado á lograrse y á cogerse el fruto de un trabajo y de un cultivo de siglos y entonces la nación se ha constituído. Harto yo que todo lo que nace muere.

Esta hembra es de revólver.» Y pegó como si su enemigo fuese un hombre, sin vacilación, sin misericordia, concentrando en el puño toda su alma. El odio que sentía y el recuerdo de los medios agresivos de la alemana le hicieron iniciar un segundo golpe, temiendo un ataque de ella, queriendo repelerlo antes de que lo realizase... Pero quedó con el brazo en alto. ¡Ay!...

Julio tenía gran facilidad para la admiración y reverenciaba á todos los escritores cuyos «argumentos» le había contado Argensola, pero no podía aceptar la grandeza intelectual del ilustre pariente. Durante su permanencia en Berlín, una palabra alemana de invención vulgar le había servido para clasificarlo. Los libros de investigación minuciosa y pesada se publicaban á docenas todos los meses.

El gran-ducado de Báden, como he dicho, es uno de los mas liberales de la Confederacion alemana, y por consecuencia natural, uno de los mas ilustrados, industriosos y estimables. La prensa, sobre todo, y la tribuna pública, tienen garantías sólidas.

Así este libro, a la ventaja de imponer al lector en el movimiento de la Psicología moderna alemana, movimiento más hondo y de más porvenir que el de la inglesa, junta la de darle a conocer el concepto y plan de la Psicología científica, tan distintos de la antigua metafísica, y los vitales problemas que hoy ocupan la atención de los investigadores.

El juicio de Schlegel, hombre importante, y que tanto ha hecho, no sólo por la literatura alemana, sino por la europea, ha sido tan decisivo, que, si bien, por una parte, ha llamado de nuevo la atención hacia la literatura española, por la otra ha trazado á ésta límites harto estrechos.

Un dulce cinismo acompañó sus últimos pensamientos. La alemana... ¿por qué rehusarla?... La otra estaba lejos; nada sabría. El viaje era monótono, y había que aprovechar las ocasiones para alegrarlo. Una vez en tierra, recobraría su cordura... Había que creer en la filosofía de Maltrana. La gran cuestión era... ¡pasar el rato!... Y Fernando se durmió.

Un millonario de la América del Norte quiso casarse con esta alemana de la que hablaban los periódicos y cuyos retratos gozaban el honor de ser exhibidos al lado de los presidentes de la gran República y los más famosos boxeadores. Cantantes de porvenir le ofrecieron la asociación matrimonial para hacer ahorros en común, amasando una gran fortuna.

La conciliadora y benigna alemana tenía dulzura para los dos; alternativamente se inclinaba a un lado y a otro y procuraba contener y complacer a ambos. Pero por más que hizo, no logró que ninguno de ellos aceptase la simultaneidad ni el turno pacífico. El juego terminó mal. Las cañas se volvieron lanzas.

A sus pies vio Maltrana una numerosa colección de cartillas para ciegos. ¡Quién podría ir al Rastro en busca de tales cosas!... El Ingeniero, percibiendo al través de las negras antiparras una pareja detenida ante su «establecimiento», husmeó al comprador. Un órgano magnífico, caballero; fabricación alemana, y se da regalado. Usted es persona de gusto.

Palabra del Dia

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