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Actualizado: 17 de junio de 2025
Al dar la vuelta á un recodo de la huerta sintió de improviso en su cuello un aliento cálido y una voz le dijo al oído muy quedo: Recuerda que has agraviado á miss Florencia. Y vió que una sombra se alejaba de ella para unirse otra vez al grupo de los paseantes. Se estremeció fuertemente, detuvo el paso, y la rosa mutilada cayó de sus manos. Octavio se le acercó en aquel momento.
Y ahora será preciso que la Hawkins nos esplique por qué no tiene las facciones de Juana Baud, sino las de una persona que se supone haber sido muerta hace dos años, precisamente en el momento en que Juana Baud se alejaba de Inglaterra, cambiaba de nombre, se ocultaba de todos los que pudieran conocerla y se creaba una personalidad enteramente nueva. ¿Comprende usted ahora, Marenval?
Habían pasado algunas horas de una tortura aguda que se hacía más dolorosa a medida que me alejaba de ella. Mandé al conductor que volviese a Madrid. Luego, le ofrecí una recompensa por cada minuto que ganase. La silla de postas volaba. Yo me había propuesto apurar mi destino cediendo sin resistencia a los impulsos de mi corazón.
Entretanto el señor Domingo iba a reunirse con sus vendimiadores y se alejaba lentamente, la escopeta descargada, seguido de los perros cansados; mas apenas hubo dado algunos pasos en el sendero que conducía a sus viñas fuimos testigos de un encuentro que me encantó.
Quedóse algo asombrada Carmencita de la actitud turbada del que llamaba su hermano; apoyándose en la reja oía cómo se alejaba el caballo de Salvador y pensaba: ¡Es que está malo, de verdad, el padrino! Habían colocado una lámpara sobre la mesa, y don Juan y don Pedro se pusieron a mirar al de Luzmela. Parecía más hundido en el sillón que otras veces y como si los ojos se le hubiesen agrandado.
Las casas de Villamar desaparecieron muy en breve a los ojos de Stein, quien no podía arrancarse de un sitio en que había vivido tan tranquilo y feliz. El duque, entre tanto, se tomaba el inútil trabajo de consolar a María, pintándole lisonjeros proyectos para el porvenir. ¡Stein no tenía ojos sino para contemplar las escenas de que se alejaba!
No buscaba las caricias de su hijo, pero cuando le tropezaba casualmente por los pasillos le cogía la cabeza, se la besaba amorosamente, murmuraba algunas palabras tiernas en su oído y repentina y precipitadamente se alejaba, algunas veces con lágrimas en los ojos.
»Y, entretanto, el navío nos alejaba para siempre de aquellas queridas playas, pobres, desterrados, sí, ¡desterrados para siempre!... Esta palabra vibraba en mis oídos con una violencia que ni el ruido de las olas, ni los gritos de los marineros podían ahogar; mientras que a lo lejos y de pie en la costa, Teobaldo agitaba todavía en señal de despedida su pañuelo blanco, que no tardó en desaparecer en la obscuridad.
La seguiría, á través de todos los envilecimientos, hasta donde ella quisiera llevarle; cada vez con menos energía para protestar, aceptando las situaciones más deshonrosas á cambio del amor... ¡Y siempre sería así! ¡Y él, que se consideraba meses antes un hombre duro y dominador, acabaría por suplicar y llorar si ella se alejaba!... ¡Ah, miseria!...
No me parecía buena para nada: ni siquiera para aplicarla a los trabajos más vulgares. Nadie la quería y a mí no me importaba ya nada de ella. Unos niños se pusieron a jugar bajo los árboles. Parejas dichosas pasaron estrechamente enlazadas; evitaba su aproximación y me alejaba, buscando, en mi mente, qué lugar había en donde no estuviese solo. Regresé por las calles más desiertas.
Palabra del Dia
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