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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Más peligroso que aquellos alegres campesinos demostró ser un macilento pordiosero que le salió al encuentro poco después, supliendo con una muleta la pierna que le faltaba.
Véome envuelto, rozado, confundido dentro de ese torbellino de vellones rizados, de balidos; una verdadera marejada, en que parece que los pastores son arrastrados con su sombra por olas que saltan... Detrás de los rebaños percíbense pasos conocidos, voces alegres. La cabaña está llena, animada, ruidosa. Chisporrotean, al arder, los sarmientos formando llama.
Había caras lívidas y rostros siniestros entre la muchedumbre de semblantes alegres. El raquitismo heredado marcaba con su sello amarillo multitud de cabezas, inscribiendo la predestinación del crimen. Los cráneos achatados, los pómulos cubiertos de granulaciones y el pelo ralo, ponían una máscara de antipatía sobre las siempre interesantes facciones de la niñez.
Entonces se paró detrás de la mesa, de la que sólo sobresalía a partir del cuello. Parecía así una cabeza de querubín libre de la traba del cuerpo. Por fin, con la voz clara de un pájaro comenzó la siguiente melodía, cuyo ritmo era martillado y laborioso: Que Dios os de paz, alegres gentileshombres, Que nada os espante, Porque Jesucristo, vuestro Salvador, Vino al mundo para Navidad.
Seguramente que ellos creerían que las hadas de la montaña les habrían hecho aquel regalo, escondiéndose después entre las sombras del bosque donde ellas viven. Habíamos caminado un buen rato, cuando oímos el eco de repetidas risotadas y alegres exclamaciones.
Pedro y Juan jinetean sin cesar toda la tarde, de la casa al parador, y de este a aquella. En las ciudades antiguas donde aun hay alegres posadas, y cierto indio que sabe francés, han comido casi todos los invitados. A las ocho de la noche empieza el baile. Toda la noche ha de durar.
le tenía asido y exclamaba con jubiloso entusiasmo: ¡O gioja ed orgoglio del mio core! ¡O coraggioso mio drudo! Las tiernas y repentinas caricias de la vaga italiana, fueron acompañadas de un diluvio de improperios y de blasfemias, que salían de la boca de Pedro Carvallo, haciéndole coro con risotadas alegres Teletusa y Tiburcio. Pedro Carvallo sólo podía herir ya con la lengua.
De presto todos juntos se juntaron, Y dando ya la vuelta presurosos Con el buen Presidente se encontraron, De que todos se hallan muy gozosos. A sus casas alegres se tornaron, Aunque todos venian perdidosos: D. Diego de Mendoza tambien viene, Y oid en otro canto el fin que tiene.
Es una cosa particular el sol del país natal. Dora todo lo que toca, y brotan canciones de los labios que acaricia. ¡Qué hermosa es la vida en la casa paterna! ¡Viva la alegría! Tengo ahora en casa todo un nido de alegres pájaros; dice riendo Martín, que va a darle los buenos días.
Es costumbre en Cádiz, cuando llega Navidad, fijar columpios en los patios de las casas, y aun dentro de éstas cuando no hay acomodo fuera. Por las tardes se reúnen mancebos y zagalas en torno del aparato y pasan gozosamente el tiempo columpiándose, en medio de alegres cánticos y algazara. Los columpios se descuelgan cuando llega Carnaval.
Palabra del Dia
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