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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Y la ayudo yo... Y yo... y yo también... pero... son infames y miserables, y la reina está perdida... está muerta.. ¡Muerta! ¡Se atreverán! y aunque se atrevan... ¿podrán...? Sí, sí por cierto; y para probaros que pueden, os voy á nombrar otras de las piezas mayores que se abrigan en el alcázar. ¡Ah! ¡Otra pieza mayor! Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor del rey.
Anoche... ¡pasaron tantas cosas...! el padre Aliaga estuvo en audiencia particular con sus majestades... don Francisco de Quevedo anduvo enredando por el alcázar... ¡Ah! no enredará más. He dado orden de prenderle y en cuanto me avisen de haberle preso, le envío bien asegurado al alcázar de Segovia.
El personaje que acompañaba al mariscal de Grammont, que vino á la corte de España el año de 1659, como enviado extraordinario de Luis XIV, habla en una carta á su hermana de una fiesta que se celebró en el palacio antiguo ó alcázar en honor de este enviado . «Lo mejor de todo, escribe, y lo que yo dejo para lo último como bocado más sabroso, es la comedia que fué ayer por la noche representada.
¡Bendito Dios sea, que tal lo ha dispuesto! exclamó el joven , porque anoche os vi durante un momento en el alcázar; si no hubiérais salido no me hubiérais encontrado, no os hubiérais amparado de mí, no hubieran empezado estos amores que para mí tan glorioso fin han tenido.
Llamó sin vacilar en el de la derecha observando que tenía un felpudo para los pies delante de la puerta, señal evidente de que era el habitado. Salió a abrirle una criada a quien preguntó por D. Raimundo Alcázar. Deseo verle dijo después que se enteró de que estaba en casa. La criada la introdujo en la sala, y como le pareciese rara aquella visita, le preguntó: ¿Aviso a la señorita?
Pasaron después tres días, durante los cuales Abaris pareció como que estaba estudiando. Al terminar los tres días, fue Abaris al regio alcázar, hizo que Salomón le presentase a Echeloría, y, no bien la hubo visto, Abaris dio un grito y se echó en los brazos de la joven, exclamando: ¡Gracias, gracias, benignos cielos: al fin he hallado a mi hija!
Los buques están encallados, las tripulaciones hambrientas y sublevadas, los indios de Jamaica se muestran hostiles; nada puede esperar ya de los hombres, pero se consuela con visiones celestes que se le aparecen de noche sobre el alcázar de popa y le hablan... También lo admiraba en los peligros del regreso de su primer viaje; peligros en los que le iba algo más que la existencia: la pérdida de la gloria que consideraba entre sus manos.
Aunque me propuse hacer mérito únicamente en esta historia de los succesos antiguos, no creo del caso omitir uno, á virtud del cual un Capitan General se vió preso en este alcázar, ocurriendo en su prision los incidentes que voy á referir.
Tres veces he ido inútilmente a tirar la naranja debajo del árbol, desde donde la tiró la lavanderilla; pero la naranja no ha querido guiarme al alcázar de mi amante. Ni le he visto, ni he podido averiguar el modo de desencantarle. Sólo he averiguado, por el Almanaque astronómico, que la noche en que la lavanderilla le vio, era el equinoccio de primavera.
¡Ah! bribón redomado exclamó Quevedo , gato sin sueño, hurón de secretos; guardad por caridad el que habéis pescado esta noche, que ridículo fuera negároslo, y decidme por caridad también: ¿era ya pieza mayor del alcázar cuando en él andaba mi señor, el conde de Lemos?
Palabra del Dia
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