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Actualizado: 22 de mayo de 2025
De los que ambicionan el poder supremo, la mayor parte encuentran la proscripcion ó el cadalso. Codician el alcázar de un monarca, y pierden el hogar doméstico, sueñan en un trono y encuentran un patíbulo. Observaciones sobre las ventajas y desventajas de la virtud en los negocios.
Cuando la desgracia me ha herido, he dicho para mí: esto es que Dios me avisa. Había salido del alcázar loco y desesperado sin saber qué hacer, sin saber dónde ir, y me acordé de vos, padre. Hicísteis bien, pero nos vamos olvidando del asunto principal. Sí, ciertamente; de mi examen de conciencia. Veamos: recorramos el decálogo. ¿Habéis amado á Dios sobre todas las cosas?
Tal vez esta mezquita fué la misma á que se refirió Zúñiga al consignar el hecho siguiente: «pidió el Rey Don Alonso X al Arzobispo y Cabildo unas mezquitas de las cuales había dado para morada de los físicos que vinieron de allende e para tenerlos de más cerca, porque eran cercanas al Alcázar.»
Ya sabía yo que érais el hurón del alcázar. Como me fastidio y sufro y nada tengo que hacer, husmeo y encuentro, y averiguo maravillas. ¿Estáis listo ya, don Francisco? Zapatos en cinta me tenéis, y preparado á todo. No os dejéis la linterna. ¿Qué es dejar? Nunca de ella me desamparo; cerrada encendida la llevo, y haciendo compañía á mis zapatos. ¿Estáis vos ya fuera? Fuera estoy.
Poco después seguía por las calles al lacayo del duque de Lerma. Llena estaba la antecámara de audiencias de palacio de pretendientes, cuando el tío Manolillo llegó al alcázar.
Aun en épocas posteriores el Alcázar de la ALJAFERIA se consideraba como Palacio Real, pues en el acuerdo ó instruccion para la coronacion del Sr.
Los mártires cristianos eran inmolados en la esplanada que caia al pié del alcázar y sobre el rio, en el parage que hoy llamamos el Campillo: situacion que determina perfectamente Ambrosio de Morales.
¿Y qué aventura os sobrevino en el alcázar cuando os perdísteis? Os lo repito: mi aventura en el alcázar ha sido perderme. Pero esa es una palabra que puede entenderse de muchos modos. ¡Ah, señora...! ¡tengo una sospecha...! ¿Qué? dijo con cuidado mal encubierto la dama. Que acaso vos seáis la causa de que yo me haya perdido. ¡Yo! ¡y no me conocéis!
Guió don Quijote, y, habiendo andado como docientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo: -Con la iglesia hemos dado, Sancho.
Pero el bufón recordó que tenía mucha prisa, y tomó de repente el camino de la puerta de las Meninas del alcázar. Al entrar, salían algunos hombres, y el tío Manolillo tropezó rudamente con uno de ellos. ¡Qué brutalidad! dijo el tropezado recogiendo un pesado talego que había caído al suelo, produciendo un sonido sonoro.
Palabra del Dia
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