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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Poco después llega la noticia de la prisión del Rey; promuévese grande alboroto entre los grandes, hasta que Sancho aparece con el Monarca; todos celebran su hazaña, y no sólo es recompensado por Alfonso con ricas posesiones, sino que lo reconoce como á hermano. El casamiento de Sancho con Elvira termina al fin las antiguas querellas entre las dos casas de Bivar y de Benavides.
¡Mi mujer, mis hijos! exclamó extraviado; ¿hay alguien que pueda darme ochenta mil nacionales? ¡Una limosna, por Dios! Le sacaron de allí, en medio de la emoción de los circunstantes. ¡Oro 348! dijo una voz. El alboroto seguía, entretanto.
Este linaje de espectadores, así á causa del tumulto que promovían, como por sus ruidosas demostraciones en pro ó en contra de comedias y actores, se denominaban mosqueteros, sin duda, porque su alboroto se asemejaba á descargas de mosquetes.
¡A la cárcel,...ajo, a la cárcel! rugió don Roque. Y vosotras lo mismo. Todo el mundo abajo. ¿Dónde está ese maricón de Patina? ¡Santo cielo, qué alboroto se armó allí en un momento! Las niñas de la ventana no tuvieron más remedio que bajar, y Patina lo mismo, todos en camisa, porque don Roque no admitió término dilatorio.
Podrán decir que usted no viene a rezar el rosario conmigo; podrán creer que yo interesadamente alboroto a usted y le levanto de cascos, y podrán censurar que pudiendo ser yo nietecita de usted, tire a ser su novia y tal vez su amiga.
Garay que caminaba, desque llega Dó se siente esta grita y alboroto, Atraviesa por medio de una vega, Hasta dar en un verde y grande soto. La gente guayracana estaba ciega, En un momento el campo les fué roto, Mas viendo las mugeres les llevaban, Con fuerzas defenderlas procuraban.
Quizá el motin ó alboroto, que se dice acaba de suceder en Chiquitos, no ha tenido otro orígen que la sugestion ó apoyo de Albuquerque, donde se han refugiado últimamente con buen acogimiento algunos de nuestros Chiquitos, que serán probablemente los delincuentes principales.
No hay medio de escribir en el Decálogo los delitos fiscales. La moral del pueblo se rebelaba, más entonces que ahora, a considerar las defraudaciones a la Hacienda como verdaderos pecados, y conforme con este criterio, Estupiñá no sentía alboroto en su conciencia cuando ponía feliz remate a una de aquellas empresas.
¡Qué alboroto más necio! exclamó el tío Frasquito al verle. Y queriendo atenuar lo ridículo de la escena, no dándole importancia alguna, añadió en seguida: ¿Qué sellos son estos?... No los conozco... El tío Frasquito coleccionaba sellos diplomáticos, según ya dijimos, y tenía un álbum de curiosos ejemplares que compraba a precios muy subidos.
Don Salvador fijó un momento su atención y repuso: Efectivamente, se oye un gran alboroto en la calle. Los gritos, la algazara, no solamente iban en aumento, sino que parecían acercarse hacia aquel pacífico retiro. Don Salvador descorrió la persiana de una de las ventanas del pabellón, y asomándose, dijo en voz alta: Atanasio.
Palabra del Dia
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