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Actualizado: 26 de julio de 2025
La imaginación de Febrer fue viendo en ellas dos agujeros negros y espantables, un triángulo lóbrego semejante al que deja la nariz desaparecida en la faz de los muertos, y más abajo un desgarrón inmenso, trágico, igual a la risa muda de una boca sin labios y sin dientes.
Tenía comunicación con un torreón de piedra llamado castillo de Ambeles, que hay en el paseo-ronda de este nombre, y que, según voz común, había a su pie una puerta por la que subterráneamente se podía salir al cerro de Santa Bárbara que está en la sierra vecina, dándosele aquel nombre porque dicha Santa tuvo erigida allí una ermita: cerca de ella hay una cueva de regular profundidad, que por tener tres agujeros para entrar, se conoce por la Cueva de las tres puertas.
Bueno, entonces, papá, vos no trabajaréis en el jardín hasta que sea muy fácil dijo Eppie , y vos y yo nos pondremos a trazar los canteros y hacer agujeros y a poner plantas en ellos. Las Canteras se volverán un sitio mucho más alegre cuando tengamos algunas flores, porque a mí se me ocurre que las flores pueden vernos y comprender lo que decimos.
Todos pudieron ver como el Hombre Montaña se encogía sobre sus rodillas, cómo se encorvaba después con el rostro crispado por el dolor, pegando sus ojos á las dos ventanas para averiguar qué insectos malignos eran los que la habían picado venenosamente á través de dichos agujeros. Las señoras se asustaron al ver aquellos dos ojos enormes que las miraban con agresiva fijeza.
Hiciéronse especialmente más comunes las máquinas para volar y para figurar nubes, sobre todo en los dramas religiosos, para figurar que descienden del cielo apariciones, santos, la Virgen María, el Niño Jesús, etc. Abríanse agujeros en el suelo de la escena, llamados escotillones, que servían para desaparecer por ellos los personajes, y para que ascendiesen los espíritus infernales.
Con una nuera así, el viejo squire realizaría economías, aun cuando no aportara un penique de dote; porque era de temer que, a pesar de sus rentas, el squire Cass tuviera más agujeros en el bolsillo que aquel por donde metía la mano. Pero si el señor Godfrey no cambiaba de conducta, podía decirle «adiós» a la señorita Nancy Lammeter.
En estos días la arena no echa fuego, como en el verano; espejean los charcos dejados por la marea; el liquen de las rocas verdea más al sol; en los agujeros redondos formados por los mangos de cuchillo se escapan burbujas al pasar la ola; las algas negruzcas forman madejas semejantes a correas, y los fucus y las laminarias y las gelatinosas medusas brillan en el arenal.
Un domingo llamaron. «Señorita, ahí está un hombre con barbas largas, muy aseñorado... y tiene la voz así, como respetosa». Miró Fortunata por los agujeros de la chapa. Era Ballester. «Dile que pase». Se alegraba de verle para saber lo que ocurría en la familia, y para que le contara por qué demonios andaba suelto Maxi por esas calles. De tan gozoso, estaba turbado el bueno del farmacéutico.
Si aquel se recorre de noche, hay que ir despacio y con algunas precauciones, so pena de exponerse á que se rompa el caballo una pata en alguno de los agujeros que hacen los cangrejos, y de que está salpicado todo el terreno. En la línea que empieza la jurisdicción de Atimonan, nos encontramos la comitiva que salía á esperar al Alcalde.
La primera vez parecía una gran señora: traía un vestido de gro negro y un sombrero, que ya, ya... Poco después venía vestida de merino y con mantilla, algo desmejorada la cara. A la semana siguiente me pareció que su traje tenía algunas manchas, y sus botas algunos agujeros. Por fin el lunes de la semana pasada vino muy pálida y quejándose del pecho, con la voz ronca.
Palabra del Dia
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