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Actualizado: 16 de mayo de 2025
En el movimiento febril que agitaba su mano vi bien que tenía que hacerme un largo discurso los estremecimientos de la mano traducen siempre en Celestina un gran deseo de agitar la lengua pero la voz de la abuela, que le llamaba, puso término a su comezón de hablar.
Engañado por la fijeza de los ojos de Gillespie, el traductor había osado dirigirle la tal pregunta convencido de que le escuchaba con atención. Luego tuvo que repetirla dos veces más, mientras á su lado el ilustre jefe de la Universidad se agitaba en su asiento nerviosamente, considerando como una ofensa la actitud distraída del gigante.
Juanita se mordió los labios, se compungió un poco y empezó a sospechar que, en vez de dar una lección, era ella quien iba a recibirla. Pronto, no obstante, se repuso. La misma dureza de la acusación le hizo ver más clara su injusticia. Juanita no había tomado asiento como don Andrés. En pie se agitaba, hablaba e iba de un lado a otro.
Bruscamente, una modulación semejante a un hachazo variaba, con el tono, el número, el lenguaje, el sentido. Estrofa amorosa, impregnada de candor pastoril, aparecía luego, y después el festivo rondó, erizado de dificultades, con extravagancias de juglar y esfuerzos de gimnasta. Enmascarándose festivamente, agitaba cascabeles.
Sin embargo, la señora de Maurescamp, a pesar del caos que se agitaba en su espíritu, mostrábase ante su madre y ante el público con esa frente serena e impasible que sorprende siempre en las jóvenes, recién casadas, y que atestiguan el poder del disimulo en la mujer.
Por un momento, al notar la consistencia de esta imaginación, me creí obseso; me figuré, como era evidente, que en los pocos minutos que había estado a solas con Pepita junto al arroyo de la Solana, nada había ocurrido que no fuese natural y vulgar; pero que después, conforme iba yo caminando tranquilo en mi mula, algún demonio se agitaba invisible en torno mío, sugiriéndome mil disparates.
Aquella sonrisa iluminó su pena un instante; pero pronto quedó su rostro envuelto otra vez en seriedad sombría, señal de la duda horrible que agitaba su alma. Eso de la honradez es muy bonito prosiguió Feijoo . No hay nada que se diga tan fácilmente y que luego resulte más difícil en la práctica. Yo creo que usted ha querido decir honradez relativa...
Nancy interrogó a Godfrey con una mirada dolorosa; pero los ojos de éste estaban fijos en el suelo, en el sitio en que agitaba la punta de su bastón, como si estuviera ocupado distraídamente en algo. Entonces pensó que había una frase que sentaría mejor en sus labios que en los de su marido.
Porque como en Madrid los hombres no se distinguen por un excesivo respeto a las damas, oía, a su pesar, frases de admiración, requiebros, lo que ha dado en llamarse flores, que los transeuntes dirigían a su madre. Sentía, al escucharlas, una mezcla extraña de vergüenza y placer, de celos y de orgullo que le agitaba.
Los demás, sobre todo los hombres de iglesia, bajaban los ojos e inmovilizaban el semblante. A la menor interrupción no faltaba quien entremetiese otro asunto. Cualquier futileza era bien recibida, con tal que evitara, a los más, la inquietud de aquel verbo incendiario de Bracamonte que agitaba las más graves cuestiones, a modo de encendida antorcha que golpeara a lo largo las añejas colgaduras.
Palabra del Dia
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