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Los elementos turbulentos cada vez tomaban más fuerza, al par que la adquiría la evangélica persistencia de los misioneros, en tanto que el corto número de soldados mantenían en los cañones de sus mosquetes el desbordamiento que ha tiempo se venía presintiendo.

Era la hora en que el paseo adquiría su aspecto más brillante. A todo galope de los briosos caballos bajaban carretelas y berlinas, y por las aceras del paseo desfilaban lentamente, con paso de procesión, las familias endomingadas. Los verdes bancos no tenían ni un asiento libre.

En cambio, Fray Diego, que en estado normal era un bendito, siempre jovial y chancero, tornábase un diablo disputador y quisquilloso, adquiría de pronto humor guerrero que nadie sospecharía bajo su rostro redondo y plácido de beata ajamonada.

Todos los años adquiría nuevas propiedades; sentía el estremecimiento del orgullo contemplando desde la montaña de San Salvador aquella ermita ¡ay! de tenaz recuerdo los grandes pedazos de tierra aquí y allá, cercados de verdes tapias, sobre los cuales extendíanse los naranjos en correctas filas. Todo era suyo; la dulzura de la posesión, la borrachera de la propiedad subíansele a la cabeza.

Adquiría Jerez inmensa riqueza con la fama universal de sus vinos, y sobre las techumbres de las bodegas alzábase dominadora la iglesia del jesuíta. Descubría Bilbao sus minas y en seguida se presentaba el ignaciano á pedir su parte, levantando la universidad y el templo; la fábrica de autómatas y la tienda donde se vende la salvación eterna.

Los muebles viejos y maltrechos, recuerdo perenne de las antiguas peregrinaciones huyendo de la miseria, comenzaban á desaparecer, dejando sitio libre á otros que la hacendosa Teresa adquiría en sus viajes á la ciudad. El dinero producto de la recolección invertíase en reparar las brechas abiertas en el ajuar de la barraca por los meses de espera.

Para mayor dicha, el que en otro tiempo perteneció a la clase de los llamados golfos, adquiría el hábito y el gusto del trabajo productivo, y no habiendo cosa mejor en que ocuparse, se había hecho corredor de anuncios.

Pensaba que nuestro matrimonio, la vida de felicidad y de amor que hemos llevado tantos años, debía cerrarse por medio de un acto que la resumiese, instituyéndonos herederos de lo que juntos hemos ganado.... El cariño de los esposos nunca se demuestra mejor que en la última voluntad.... El discurso de Salabert adquiría un tono de elevación moral que pareció preocupar por un instante a su esposa.

Pero en estas entrevistas tropezaba siempre con la frialdad, cortés en apariencia, pero implacablemente hostil de la señora, que así como avanzaba en edad, adquiría fama en Bilbao por sus entusiasmos religiosos. La maternidad y los años, la hacían retirarse de la ostentación elegante, abdicar de la supremacía que ejercía en las tertulias, con sus trajes y sus joyas.

El rostro del gitano adquiría una expresión equívoca, cuando, al fogonazo de un tiro que partió de lo alto de la montaña, se vio a los aduaneros que se preparaban y tomaban posiciones. Toda esperanza de retirada por aquel lado se había perdido. ¡Virgen santa!, ¡sálvenos, señor capitán, sálvenos! dijo el fraile ; ¡la salida! ¡Señor! ¡indíquenos la salida!