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Actualizado: 13 de junio de 2025


Ahora me espanta la idea de volver a mi barco, de hundirme en el ajetreo contínuo del acontecimiento. Toda la vida de a bordo se va alejando de ; me parece una cosa vaga y sin realidad.

Fernando no tuvo tiempo para reflexionar sobre aquel extraño acontecimiento, porque, en aquel instante, abriose una puerta dorada, y la camarera mayor de la Reina anuncio a Su Majestad María Teresa, que apareció apoyándose en el brazo del cardenal Bibbiena, confesor del Rey.

¡Santo Dios! yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que acaba de escaparse de una docena de perros, y que oye ya apenas sus ladridos; para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días: líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento; en que sólo se pone la mesa decente para los convidados; en que creen hacer obsequios cuando dan mortificaciones; en que se hacen finezas; en que se dicen versos; en que hay niños; en que hay gordos; en que reina, en fin, la brutal franqueza de los castellanos viejos.

»Cuando acabé de leer aquellas palabras, que no comprendía, temblé porque parecía que me anunciaban algún terrible acontecimiento; y mi alma, propensa a prever las desgracias, daba sin duda una interpretación torcida a frases cuyo sentido ignoraba.

Y dejaba pasar los días en continua vacilación, pensando con inquietud en la ira que de ella se apoderaría, esperando, como todos los débiles, en que algún acontecimiento imprevisto le sacase del compromiso. Aquel modo de romper las relaciones, sin riña, sin convenio, sin explicación alguna, era realmente original, pero muy propio de su carácter. Nada sabía de los martirios de su hija.

Esta padecía bastante del humor tétrico de su marido. Sin embargo, el misterio adorable que en su ser se efectuaba y el fausto acontecimiento que esperaba con impaciencia manteníanla en un estado de embelesamiento y de éxtasis del cual no era fácil sacarla.

No obstante, el Duque partió para la corte acompañado de su hijo, que veía en esta desgracia un feliz acontecimiento que le permitiría vivir en la población donde Isabel se encontraba. En aquella época, era España uno de los Estados más florecientes de Europa. Bajo el hábil reinado de Fernando VI, que mereció ser llamado el Prudente, el comercio y la agricultura comenzaban a florecer.

Al ver al doctor, salían las mujeres á las puertas de sus tugurios, sonriendo como en presencia de un acontecimiento inesperado, sintiendo de pronto el miedo á enfermedades que tenían olvidadas. ¡Chicas, es don Luis! se gritaban unas á otras. ¡Señor doctor, aquí! ¡Míreme usted este chico!... ¡Entre á ver á mi madre!

Mientras llegaba la hora de partir seguiría visitando a Rosa, haciendo lo posible por ser cauto en las palabras y reprimir los ímpetus de su corazón. Mas al día siguiente de tomada esta resolución, sobrevino un acontecimiento que la modificó bastante.

La influencia del hábito tenía que ser necesariamente poderosa en un hombre cuya vida era tan monótona como la de Marner. No viendo a nuevas gentes, y no oyendo hablar de ningún acontecimiento, no había nada que mantuviera despierto en él la idea de lo inesperado y del cambio.

Palabra del Dia

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