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Vuestro animal tiene los brazos embadurnados de mercurio hasta los codos; ¿qué digo? hasta las axilas. Mas no veo la relación... ¿No veis que, siendo vuestra nariz una fracción de su brazo, y poseyendo el oro una deplorable tendencia a amalgamarse con el mercurio, jamás podréis evitar que se os rompan vuestras gafas? ¡Demontre! Tenéis, sin embargo, el recurso de usar gafas con montura de acero.

Descargaban cosechas de provincias enteras, rebaños interminables de bueyes y caballos, toneladas y toneladas de acero preparado para esparcir la muerte, muchedumbres humanas á las que sólo faltaba una cola de mujeres y de niños para ser iguales á los grandes éxodos belicosos de la Historia.

Vio en aquel entrecejo la línea corta y sin curvas, la barra de acero trujillesca, y la pobre niña sintió miedo, ¡ay qué miedo! Bien conoció que su madre se había de poner como una leona, si ella se salía con la inocentada de querer más o menos.

Por desgracia una gruesa bala de bombarda vino a chocar contra el hierro del ancla que estaba allí cerca suspendida, y saltando de rebote, dio tan tremendo golpe en la armadura de acero de Diego Fernández que se la hizo pedazos, hundiéndole en el pecho algunos de sus punzantes y afilados picos. Diego Fernández perdió la vida en el acto.

El goce libre y frecuente de estas fiestas y otras semejantes, me enseñó bien pronto que, o no había en el mundo naturalezas de acero para salir sin mella de los combates más rudos, o a me había tocado en suerte una de las mejor templadas.

Sus cuernos son cortos, pero fuertes y afilados; no hay acero que se le pueda comparar. Su cuello musculoso soporta sin esfuerzo una cabeza enorme, y sus patas secas y nervudas no flaquean bajo el peso de su pecho y de su grupa que son de una amplitud extraordinaria.

El joven no quiso mostrarse vencido por el aire de superioridad con que fueron dichas tales palabras, y añadió: Entre los objetos que han sacado de mis bolsillos habrá visto usted seguramente una máquina de hierro formada por un tubo largo y un cilindro con otros seis tubos más pequeños, dentro de los cuales hay lo que llamamos una cápsula, que se compone de una porción de substancia explosiva y un pedazo de acero cónico.

Los embudos abiertos por las bombas los había rellenado. Algunas veces, el triángulo de acero tropezaba con obstáculos subterráneos... un muerto anónimo y sin tumba. El férreo arañazo seguía adelante, sin piedad para lo que no se ve. De tarde en tarde se detenía ante obstáculos menos blandos. Eran proyectiles hundidos en el suelo y sin estallar.

Sus ojos pequeños tenían los reflejos azulados del acero, y la boca aparecía oprimida por unos bigotillos curvos y caídos como dos signos de interrogación. Usted dispense dijo sentándose Voy a molestarle mucho; pero no es por culpa mía. He llegado en el tren de esta noche, y me encuentro con que me dan para dormitorio un desván lleno de ratas. ¡Vaya un viaje! ¿Es usted preso?

Alarmado y herido el pintor en su ternura paternal, acusó a la huérfana de insensibilidad, de vano orgullo, de sequedad de alma, preguntándose si sus mismos sentimientos serían jamás comprendidos por aquel corazón de acero, diciéndose también que, de continuar persiguiendo su ensueño amoroso, comprometía la dicha de su hija, ¡el adorado encanto!