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Actualizado: 18 de julio de 2025
Las piernas grises con sus polainas habían quedado en el suelo, inánimes, como fundas vacías, expeliendo al deshincharse su rojo contenido. El tronco, en la violenta ascensión, se desfondaba como un cántaro, soltando su contenido de vísceras. Más allá, unos artilleros que estaban derechos aparecían súbitamente tendidos é inmóviles, embadurnados de púrpura.
Los cristales estaban embadurnados con jabón para que no se pudiese registrar la habitación desde fuera. Se acercó á ella, y á fuerza de buscar dió con un pequeño intersticio donde la pringue no había caído, y por él logró ver quién había dentro.
Apenas me permito expresar una opinión cualquiera, todos los que me oyen aseguran ser de igual modo de pensar. Precisamente mi carácter ama la controversia y las disputas. Cuando vine a España, hícelo con la ilusión de encontrar aquí gran número de gente pendenciera, ruda y primitiva, hombres de corazón borrascoso y apasionado, no embadurnados con el vano charol de la cortesanía.
Vuestro animal tiene los brazos embadurnados de mercurio hasta los codos; ¿qué digo? hasta las axilas. Mas no veo la relación... ¿No veis que, siendo vuestra nariz una fracción de su brazo, y poseyendo el oro una deplorable tendencia a amalgamarse con el mercurio, jamás podréis evitar que se os rompan vuestras gafas? ¡Demontre! Tenéis, sin embargo, el recurso de usar gafas con montura de acero.
Cuando todos los preparativos están terminados empieza el arrastre: los troncos se ponen en movimiento por el plano inclinado; al principio lentos y luego, con velocidad creciente, terminan su carrera en rapidez vertiginosa, y, embadurnados de barro y despojados de su corteza, arrastran en la caída tempestades de piedra para ir á parar al lago de agua que se ha formado por un azud, al pie mismo de la pendiente.
Aparecen las actrices sobresaltadas, los rostros embadurnados, prendiéndose aún los últimos alfileres, y luego, gallardas en medio de su inquietud, se dirigen hacia el escenario. Pasa un actor, rígido, aparatoso, con una enorme nariz ciranesca y un bigote postizo. El recién llegado le interroga: ¿Tiene usted la bondad de decirme: el señor X...?
Palabra del Dia
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