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Actualizado: 12 de junio de 2025


Así pensaba Lázaro, absorbido por sus cavilaciones, mientras la trémula claridad de los últimos instantes de la tarde iba dejando libre el paso en la atmósfera a las primeras sombras de la noche.

Tal vez creía verle demasiado engolfado en sus aficiones políticas; no se ocultaba a sus ojos que absorbido por la vida pública, la tranquila dicha del hogar sería en su existencia lo secundario; pero también apreciaba claramente la diferencia inmensa entre un hombre que daba el pensamiento a trabajos de gloria y los figurines movibles que hasta entonces la rodearon.

Juraba no volver más; empleaba una larga noche de insomnio en maldecir al autor de su suplicio, y al día siguiente corría a casa de su verdugo con una impaciencia senil. Toda su inteligencia, toda su voluntad, todos sus vicios se habían absorbido y confundido en aquella pasión única. No era ya ni marido, ni padre, ni hombre, ni caballero; era sencillamente el juguete de la señora Chermidy.

Madame Bovary no tiene sino una personalidad artificiosa, producto casi material, por decirlo así, del ambiente, la época, las mil influencias que Flaubert analiza con sagacidad prodigiosa y que han absorbido en realidad toda la espontaneidad de la mujer. Renée Mauperin, de los Goncourt, otro producto, otra mujer tan deliciosa como generalizada y vulgar.

Encuéntranse seres vivientes en las aguas á una temperatura de ochenta á noventa grados de calor: y cuando el globo enfriado bajó á esa temperatura, entonces se hizo posible la vida. El agua había absorbido en parte el elemento de muerte, el gas ácido carbónico. Se pudo respirar.

No necesitaba consejos, pero ¡ay! cuando llegaba por la noche a la casa de su amada, cuando se veía en aquel dormitorio que parecía exhalar el mismo perfume de Leonora, como si hubiera absorbido en sus muebles y cortinas la esencia de su cuerpo, sentía los efectos de aquella murmuración encarnizada, de la curiosidad de toda una población fija en ellos.

Los elefantes, cuando estuvieron a la vista del Papa, metieron las trompas en unas calderetas de oro, que para el caso iban preparadas y llenas de exquisita agua de olor, y lanzaron luego el líquido que en las trompas habían absorbido, perfumando a la muchedumbre.

Los caballos sin jinete emprendieron un galope loco á través de los campos, con las riendas á la rastra, espoleados por los estribos sueltos. Y después del rudo vaivén que le hicieron sufrir la sorpresa y la muerte, se dispersó, desapareciendo casi instantáneamente, absorbido por la arboleda. Junto á la gruta sagrada

De pronto, en que el pequeño ser rodaba de las rodillas de la madre, húmedas de nieve, una viva luz que reflejaba la blancura del suelo, atrajo su mirada. Con esa rapidez de transición característica en la infancia, su espíritu fue inmediatamente absorbido por la vista de aquella cosa brillante y animada que corría hacia ella sin alcanzarla nunca.

Sonó una explosión inmensa, ensordecedora, y después se hizo un profundo silencio en la dulce serenidad de la tarde, como si el infinito del mar y el horizonte hubiesen absorbido hasta la última vibración del atronador desgarramiento. Pero el silencio fué corto.

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