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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Hubo besos y abrazos sonoros, pero notábase en las dos mujeres cierta desigualdad en el trato, como si entre ambas se interpusiera la ley de castas. La esposa del comerciante era sólo Teresa, mientras que ésta llamaba siempre doña Manuela a la madre de Juanito, y en sus palabras notábase un acento lejano de humilde subordinación.

Andresito vio cómo se alejaban los dos viejos, mostrando una nueva cara por el revés chamuscado de su pantalón, riendo su postrera hazaña, dándose besos y abrazos para afirmar la fraternidad del cafetín y hablando a gritos para que quedase bien sentado que la «casa grande» era una cueva de ladrones, y ellos, desengañados, se retiraban a la vida privada.

«Está bien; pronto levantarás bandera de parlamento», me digo; y espero la respuesta, que ha de dar lugar a una buena escena, muy conmovedora, con abrazos, lágrimas de alegría, y todo el aparato escénico del caso... Porque uno se hace terriblemente vanidoso, señores, cuando tiene el portamonedas bien provisto.

Al entrar la noche trajeron el cadáver en medio de la plaza, donde dándole sus amigos y parientes los últimos abrazos, le pusieron sobre un haz de leña, dispuesto en forma de pira; luego le pegaron fuego y redujeron el cadáver á cenizas, que recogidas con infinitas ceremonias y llantos, las depositaron en una urna de barro.

La madre y la hija siguieron charlando en el mismo rincón sobre el mismo tema, recibiendo la primera un sinnúmero de abrazos y besos apretadísimos. Esto no es para decía con cierta expresión entre alegre y melancólica. , mamá, replicaba la joven abrazándola con más fuerza.

Hienden las olas del romperse canas, Menudean las piernas y los brazos, Aunque enfermos estan, y ellas no sanas. Y en medio de tan grandes embarazos La vista ponen en la amada orilla, Deseosos de darla mil abrazos. Y yo bien, que la fatal quadrilla Antes que alli, holgara de hallarse En el compas famoso de Sevilla.

Tiene los ojos llenos de lágrimas, y en la boca unos pliegues tentadores, y dentro de la remonísima garganta suenan unos ruidos, unos ayes, unas quejas subterráneas; parece que allá dentro se lamenta el amor siempre callado y en prisiones ¡qué yo! ¡Suspira de un modo, da unos abrazos a las almohadas! ¡Y se encoge con una pereza!

Y el silencio monacal de la casa del hermano Vicente conmovíase escandalizado por una lluvia de ruidosos besos y por los suspiros de pasión que acompañaban a los fuertes abrazos. Al colocar la mesa de comedor, sentáronse frente a frente; pero arrepentidos de establecer entre los dos este obstáculo, diéronse las manos por encima de ella, mientras por debajo se buscaban los pies.

Que á los de señoria y excelencia Nuevos abrazos dió, razones dixo, En que guardó decoro y preeminencia. Entre ellos abrazó á DON JUAN DE ARGUIJO, Que no en qué, ó como, ó quando hizo Tan aspero viage y tan prolijo. Con él á su deseo satisfizo Apolo y confirmó su pensamiento, Mandó, vedó, quitó, hizo y deshizo.

Después de los estrechos abrazos de costumbre y de las exclamaciones, plácemes y preguntas de rigor en estas entrevistas; después de hablar largo y tendido sobre las novedades que andaban por Madrid, la varia fortuna de la guerra y los amigotes muertos ó ausentes, rodando de uno en otro asunto la conversación, vino á parar al tema obligado, esto es, las penalidades del servicio, la falta de distracciones de la ciudad y el inconveniente de los alojamientos.

Palabra del Dia

hociquea

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