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Actualizado: 26 de octubre de 2025


Los caracteres son á su vez abandonados y se adopta el alfabeto de las lénguas latinas. Esto, que á primera vista parece muy lógico y muy cierto, no es sinembargo la verdad. No deben admitirse mas que la primera y la tercera época, porqué la segunda no ha sido mas que imaginaria.

El temor de ser otra vez abandonados, de ver a sus defensores en retirada al llegar el día, les tenía mudos de espanto. Mientras tanto, comenzaba a nacer el día; el pálido crepúsculo se asomaba tras las negras cumbres; algunos rayos descendían hasta los valles tenebrosos, y media hora después se plateaban las brumas del abismo.

Era el campo en domingo, cuando los trabajadores están en sus casas y el suelo parece reconcentrarse en silenciosa meditación. Se veían objetos informes abandonados en la llanura, como los instrumentos agrícolas en día de asueto. Tal vez eran automóviles rotos, armones de artillería destrozados por la explosión de su carga.

A un lado, paredes blancas y charoladas reflejando la luz de los faros eléctricos del techo, y sillones abandonados en larga fila; al lado opuesto, una barandilla forrada de lona, ostentando entre columna y columna, como adorno decorativo, unos rollos salvavidas de color rojo con el nombre del buque pintado en blanco: Goethe.

El ladron roba, el liviano se desmanda, el pendenciero riñe, cuando se presenta la oportunidad, estimulando la pasion; que si estuviesen abandonados de continuo á sus malas inclinaciones, serian verdaderos monstruos, su crímen degeneraria en demencia; y entónces el decoro y buen órden de la sociedad reclamarian imperiosamente que se los apartase del trato de sus semejantes.

Su indumentaria, elegante en sus buenos tiempos, estaba rota y sucia, y el cabello, despeluznado y de un rojo subido, formaba un cómico tocado sobre su vivaracha cabecita. A pesar de todo ello, la niña era una monada. Un cierto aire de confianza en mismo que suele caracterizar a los niños que por mucho tiempo se creían abandonados, despuntaba a través de su timidez infantil.

En tiempo de paz, Chichí había admirado algo á este personaje «Es guapo decía pero con una sonrisa muy ordinariaAhora todos sus odios los concentraba en él. ¡Las mujeres que lloraban por su culpa á aquellas horas! ¡Las madres sin hijos, las mujeres sin esposo, los pobres niños abandonados ante las poblaciones en llamas!... ¡Ah, mal hombre!... Surgía en su diestra el antiguo cuchillo de «peoncito», una daga con puño de plata y funda cincelada, regalo del abuelo, que había exhumado de entre los recuerdos de su infancia, olvidados en una maleta.

Los que habían emprendido el viaje para morir en un hospital, vegetar toda la vida como dependientes de corto sueldo o sentar plaza en el ejército de Cuba, ésos no eran tenidos en cuenta. Al hacer la estadística de los abandonados ante la veleta de San Juan, don Eugenio García, fundador de la tienda de Las Tres Rosas, figuraba en primera línea.

¡Quién decirnos pudiera hace muy poco tiempo, quién pensara que tu voz para siempre enmudeciera; que tu risa por siempre se esfumara, que tu cuerpo de tierra se cubriera! ¡Qué horroroso tormento el que junto a tu lecho hemos pasado queriendo aminorar tu sufrimiento! ¡Y éste de hoy, en que tristes, desolados, sin poderte apartar del pensamiento nos vernos, sin tu amor, abandonados!

¿Empleada de Correos? Empleada de Correos. Por cierto que he creído ver una figura nueva al pasar por delante de la oficina; un militar... Es su hijo adoptivo... un pariente... el capitán Raynal. El conde de Candore hizo sonar la lengua con expresión de duda. ¿Crees en los hijos adoptivos, tío? El anciano respondió con cierto dejo de severidad: , sobrino, como en los hijos abandonados.

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