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Debemos, sin embargo, consignar que en semejantes casos los síntomas mas notables por la gravedad, reclaman muchas veces el arsénico, como en la pericarditis, por ejemplo, cuando la ansiedad estremada, la sed ardiente, los dolores lancinantes y la dilatacion de las pupilas no ceden pronto á la accion de acónito ó belladona, si es que están indicados.

13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 15 La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla. 16 Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;

Hubo un murmullo reprimido entre la gente. El deán, con lágrimas en los ojos, respondió: ¡Bienaventurados los que padecen hambre y sed de la justicia! Y le puso la sagrada partícula en la boca.

7 Esfuércense pues ahora vuestras manos, y sed valientes; pues que muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos. 8 Mas Abner hijo de Ner, general del ejército de Saúl, tomó a Is-boset hijo de Saúl, y lo hizo pasar al real. 9 Y lo alzó por rey sobre Galaad, y sobre Gesuri, y sobre Jezreel, y sobre Efraín, y sobre Benjamín, y sobre todo Israel.

No, no debían de haber pasado; apenas había tiempo; ahora, ahora es cuando deben de estar cerca...». «Así como así, la brisa que ya empieza a soplar, me quitará este calor, este aturdimiento, esta sed...». El agua de las fuentes monumentales murmuraba a lo lejos con melancólica monotonía en medio del silencio en que yacía el paseo triste, solitario.

Apenas llega Raquel á su habitación, cuando sabe los proyectos formados contra su vida; pero el aviso es ya tardío, porque llegan los conjurados y matan á ella y á su hermana. Alfonso tiene noticia de su muerte, y expresa en un apasionado monólogo su dolor, su amor violento y su sed de venganza.

Entre usted. Cuando Ballester le propuso que tomara la medicina, replicó la joven: «Lo que quiero es agua. Tengo una sed horrible... la boca seca». Bebió con ansia, y entre tanto, la fundadora llevaba aparte a Ballester y le decía: Oiga usted. Y su marido, ese pobre hombre, ¿qué viene a buscar aquí? ¿Qué hace, qué dice, cómo ha tomado esto?

Creo necesario que experimentes nuestra hambre, nuestra sed, nuestro frio; que presencies los sendos codazos y empujones que nos dan, y el suave y risueño perdon con que los almibaran.

Al comenzar la tarde, la bruma se apoderó del mar, y fuimos navegando a ciegas. El hambre, la sed y el cansancio nos impulsó a acercarnos a tierra. Hacía más de veinticuatro horas que llevábamos sin comer; teníamos las manos ensangrentadas. Aterramos en una playa desierta, próxima a un pueblecito que tenía su puerto.

6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras sois hechas hijas, haciendo bien, y no sois espantadas de ningún pavor. 8 Y finalmente, sed todos de un consentimiento, de una afección, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;