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Las tres muchachas no salen de casa, sino custodiadas por la autoridad de doña María. Aquí doña Flora y yo hemos trabajado lo que no es decible para que lord Gray se franquease con nosotras, y nos lo revelara; pero es tan prudente y callado, que guarda su secreto como un avaro su tesoro. Lo sabemos por las criadas, por la murmuración de algunas, muy pocas personas de las que van a la casa.

Que vengan contestó don Juan, en quien reapareció la mortificante sonrisa . Les daré una peseta de aguinaldos; lo único que se puede permitir un tío pobre. ¡Calla, avaro...! Me avergüenzas. Eres capaz de morirte de hambre por no gastar un céntimo.... ¿Por qué no vienes a comer con nosotros mañana?

Cuentan las crónicas, para probar que el arzobispo Loayza tenía sus ribetes de mozón, que en Lima había un clérigo extremadamente avaro, que usaba sotana, manteo, alzacuello y sombrero tan raídos, que hacía años pedían a grito herido inmediato reemplazo. En arca de avariento, el diablo está de asiento, como reza el refrán.

Pues un negocio tal ansina emprendes? Pues qué quieres que haga, Saavedra? Que mis ancianos padres ya son muertos, Y un hermano que tengo, se ha entregado En la hacienda y bienes que dexaron, El qual es tan avaro, que aunque sabe La esclavitud amarga que padezco, No quiere dar para librarme della Un real de mi mismo patrimonio.

Tus versos llegarían a irritarme. Desestimamos lo que se nos ofrece con derroche. Y no querrás que tus versos me fastidien ni me enfaden. más avaro de ellos. Además, los versos amorosos no son para publicados en alta voz, ante testigos, que tal vez son criados. ¿No te inspira ningún escrúpulo mi reputación de dama honesta?

Cuando Zaldumbide se encontraba alegre y con ganas de pasar el rato, pegaba él mismo; cuando estaba displicente, pegaba Demóstenes el negro, un marinero que con frecuencia hacía de verdugo. Para los delitos de robo, Zaldumbide empleaba el cepo y la barra. En el fondo, el capitán era más egoísta y avaro que cruel. Su única preocupación era reunir dinero. Debía de ganar mucho.

Vió al mocetón brutal y membrudo con la espada de la guerra, al arquero de sonrisa repugnante con las flechas de la peste, al avaro calvo con las balanzas del hambre, el cadáver galopante con la hoz de la muerte. Los reconoció como las únicas divinidades familiares y terribles que hacían sentir su presencia al hombre. Todo lo demás resultaba un ensueño. Los cuatro jinetes eran la realidad...

Chichí protestaba de la avaricia de papá al verle comprar lentamente, con tanteos y vacilaciones. Avaro, no respondía él . Es que conozco el precio de las cosas. Los objetos sólo le gustaban, cuando los había adquirido por la tercera parte de su valor. El engaño del que se desprendía de ellos representaba un testimonio de superioridad para el que los compraba.

Por sórdido y avaro que el individuo fuera, no podía resistir tan imperiosa influencia.

Veo en él una mezcla de rabino avaro, moro fantaseador y guerrero romántico, ansioso de rescatar los Santos Lugares para devolver millones de almas a su Dios. Pero reconozco que, de ser cierta la hipótesis del cambio de nacionalidad, fue éste uno de los mayores aciertos de su vida.