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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Perfumaos como nube de incensario, Armonizaos cual himno del santuario Para decir de Mayo al Sol: Salud! Salve, página inmensa de la historia, Divino resplandor de la memoria, Fuente de perennal inspiracion! En tus alas de fuego me sublimas, Y al entusiasmo sacro en que me animas Calientas mi cabeza y corazon.
Y para mí insoportable; tenemos que hablar mucho. Ahora las noches son largas. Pues hasta la noche; ¿á qué hora? A las ánimas. Pues hasta las ánimas. ¡Hola! dijo la condesa á uno de sus lacayos que estaba á la puerta ; que acerquen la litera. La condesa de Lemos entró en ella, y la litera se puso en marcha. Quevedo estaba incómodo.
Ella con el miedo dijo: "Pues, Pablos, y si me desdigo, ¿castigaránme?" Respondíle: "No, porque sólo os absolverán." "Pues y me desdigo dijo ; pero dime tú de qué, que no lo sé yo; así tengan buen siglo las ánimas de mis difuntos." "¿Es posible que no advertisteis en qué?
La marquesa, que no había dejado de mirar el rostro de su hija hasta que las lágrimas echaron un velo sobre sus ojos, volvió a rezar, y mientras pronunciaba una oración especialmente consagrada a las ánimas, pensaba así: «Dios te habrá perdonado, pobre alma querida, como te perdoné yo».
Tú no saber. Que cuente la historia de Nicolasa y cómo a él le cogieron en Madrid para llevarle a San Bernardino, y ella fue al espital; y estando él una noche durmiendo, se le aparecieron dos mujeres del otro mundo, verbigracia, ánimas, para decirle que la Nicolasa hablaba en el espital con uno que le iban a dar de alta... No ser eso, no ser eso: cállate tú.
El demandador, como pudo, dijo que le diesen la cajilla: "Mucho han holgado las ánimas para tener a su cargo mi sustento", y fuése, en lugar de ir a la puerta, a la ventana, y como vió estrellas, comenzó a llamar a los otros con grandes voces diciendo que el cielo estaba estrellado a mediodía y que había un grande eclipse. Santiguáronse todos, y besaron la tierra.
Una mañana de otoño llegué a la playa de las Ánimas antes del mediodía. Un hombre iba con un carro por el arenal, aguijoneando la yunta; se oía el chirrido de los ejes de la carreta y el ruido crepitante de la arena bajo las pezuñas de los bueyes.
Dios sabe cuál estaba de ver la infamia de mi tío, el cual me dijo que había tenido ventura en topar con él en tan buena ocasión, porque comería bien, que tenía convidados unos amigos. En esto entró por la puerta, con una ropa hasta los pies morada, uno de los que piden para las ánimas, y haciendo son con la cajita, dijo: -Tanto me han valido a mí las ánimas hoy como a ti los azotados: encaja.
El monte Izarra, a una de cuyas faldas está Lúzaro, forma como una península que separa la entrada del puerto de una ensenada bastante ancha comprendida entre dos puntas: la del Faro y la de las Animas. El monte Izarra es un promontorio pizarroso, formado por lajas inclinadas, roídas por las olas.
El demandador, como pudo, dijo que le diesen su cajilla: «Mucho han holgado las ánimas para tener a su cargo mi sustento»; y fuese, en lugar de ir a la puerta, a la ventana, y como vio estrellas, comenzó a llamar a los otros con grandes voces, diciendo que el cielo estaba estrellado a mediodía, y que había un gran eclís. Santiguáronse todos y besaron la tierra.
Palabra del Dia
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