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Concluido el Te Deum, volvieron, como es lógico, a restallar en el aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpáticos hijos de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, víctimas de su arrojo, al apoderarse de uno que aún no había chasqueado.

Detrás de él, hacía el cochero restallar con fuerza su látigo y allá en el fondo del valle se oía el pausado martilleo de un herrador; durante los intervalos de silencio se percibía, como sones de pífanos invisibles, el canto de las alondras. Poco a poco todos estos rústicos rumores fueron despertando en el alma del inspector general el recuerdo de cosas desde largo tiempo adormecidas.

Observe usted esa especie de muro de niebla que hay en el horizonte: es lo que llaman ceja los marinos; la mejor señal, en verano, de que va a echar tieso, es decir, a soplar luego una brisa fresca y bien entablada, como lo demuestra también este poco de trapisonda que hace balancear al barco y restallar las velas abandonadas a su propio peso... ¡Cornias! atesa acolladores y quinales, que trabaja demasiado el palo... De manera que nos hallamos en las mejores condiciones para poner a prueba las del yacht... o para volvernos al puerto dentro de diez minutos, en popa, si usted se halla arrepentida de haber llegado hasta aquí... Con toda franqueza, Nieves.

Cuando concluyó hizo restallar la tralla con un mohín escéptico que afilió a su opinión a todos los viajeros. La discusión estaba terminada, pero, disparado ya el tahonero, necesitaba desahogarse con alguien, y dirigiéndose al infeliz del gorro, silencioso y triste en un rincón, preguntole con aire picaresco. Amolador, ¿y tu mujer? ¿Por qué parroquia está?

En esta posición el barco, las velas, deshinchadas y lacias, comenzaron a restallar, con tal estrépito, que asustó a Bermúdez y sorprendió a su hija. Pasen ustedes ahora a este otro lado les dijo Leto, señalándoles el frontero al que ocupaban en el pozo. Así lo hicieron, y con mucho cuidado para no dar con la cabeza en la botavara.

Los caballos, asustados, huyen arrastrando las riendas, y allá lejos, en medio de los caminos, relinchan. Manuel Tovío, Manuel Fonseca, Ramiro de Bealo y el menor de sus hijos acosan en cerco a Don Gonzalo y Don Rosendo. De pronto, entre el restallar de las picas sobre los cráneos y el cóncavo tundir de los puños contra los pechos, se levanta, como el claro canto de un gallo el grito de Don Manro.

Cinco o seis horas duró esta carrera en coche, después de las cuales el cochero volvió a llevarme triunfalmente al patio de la Grappe-Bleue, haciendo restallar su látigo, orgullosísimo de haberme enseñado a Munich.

Alrededor del circo, atados a los pies de un banco hecho con tablas, había diez o doce perros flacos y sarnosos. El domador hizo restallar el látigo, y todos los perros a una comenzaron a ladrar y a aullar furiosamente. Luego el hombre vino con un oso atado a una cadena, con la cabeza protegida por una cubierta de cuero.