United States or Cuba ? Vote for the TOP Country of the Week !


Con todo no se podia zafar de los halagos de su magestad, porque debemos confesar que era uno de los mas cumplidos príncipes del Asia Nabuzan, rey de Serendib, hijo de Nuzanah, hijo de Nabuzan, hijo de Sambusna; y era difícil que á quien le trataba, de cerca no le prendase. Sin cesar elogiaban, engañaban y robaban á este buen príncipe; y cada qual metia la mano como á porfía en el erario.

No lo dudes; si fuese posible que don Andrés se prendase de hasta el extremo de querer casarse conmigo, yo le despreciaría por amor tuyo, aunque fueses mil veces más pobre de lo que eres; yo le cantaría la copla que dice: Más vale un jaleo probé y unos pimientos asaos que no tener un usía esaborío a su lao. Don Paco, al oír esto, apenas pudo ya contenerse y ocultar su emoción.

Acaeció que un día llegó a su casa un mancebo muy gallardo a hacerle visita de parte de una prima suya, y al instante logró el demonio que se prendase de él perdidamente. Fue su pasión tan loca y miserable, que al cabo de algún tiempo de relaciones consintió en un pecado de impureza ofendiendo a Dios gravemente.

Vendido había mi padre su hacienda para sufragar los diparatados gastos en que por amor mío se había metido, y puesto el dinero a ganancia casa de genoveses; pero la ganancia del dinero no alcanzaba ni con mucho a aquel loco y continuo gastar de mi padre, y fue necesario al propio dinero recurrir quitándole de la ganancia; tal era la ceguedad de mi padre, tal la vehemencia de su amor por , que en aquel camino de perdición no se detuvo, esperando siempre que algún poderoso magnate de se prendase, y yo le correspondiese y nos casásemos, y todo viniese por último a un fin próspero; que tal era la idolatría que mi padre tenía por , que no se le figuraba menos que yo era la única mujer hermosa que en la tierra había, en cuya creencia le ayudaba el ver que las gentes que a mi casa iban y que en paseo nos encontraban, y en las comedias, y en las iglesias, se desojaban mirándome, y tras se iban y ansiosamente me pretendían.

Y si lo hubiera, si yo agradase a Pepita de otro modo que como amigo, si la mujer a quien mi padre pretende se prendase de , ¿no sería espantosa mi situación? Desechemos estos temores fraguados sin duda por la vanidad. No hagamos de Pepita una Fedra y de un Hipólito. Lo que empieza a sorprenderme es el descuido y plena seguridad de mi padre.

Los ojos azules de Susana alborotaban los sentidos; los ojos negros de Valeria, por dulces y serenos, inspiraban más cariño que deseo. No había entre ellas rivalidad posible. El hombre que se prendase de una no podía racionalmente enamorarse de otra.