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¿Por qué? preguntéla con mucha curiosidad. Porque respondió al punto , con esconder de la vista de uno o cambiar de sitio las cosas que en vida usaron los muertos, paez que se los olvida más pronto... Créolo yo así.

¿Usted sabe quién es, señorita Cristina? preguntéla al devolverle la carta. Es muy probable dijo, mostrándonos sus blancos dientes y sacudiendo gravemente su femenil cabeza, iluminada por la felicidad. ¡Gracias, señoras y señor! saltó del estribo y muy luego desapareció en la selva, elevando hacia el Cielo las notas alegres y sonoras de alguna canción bretona.

¿De qué se ríe usted? preguntéla, fingiéndome un poco resentido. ¡Ni aunque fuera el caso de llorar! me respondió cambiando de postura en la silla . ¡Vaya, que es buena! ¡Pues dígole que ni estampado en un papel! Eso, mi señor don Marcelo, es pasarse ya del jito con más de otro tanto de lo justo... y no vale. ¡Vaya, vaya, que es ocurrencia!

No es del amu, gracias a Dios me dijo respondiendo a una pregunta que la hice, que ha pasau bastante bien la noche, y ya está calentándose en la cocina.. Es del probe Pepazos. Preguntéla qué le había ocurrido a Pepazos, y me contestó que no había vuelto a casa desde que había salido de ella la tarde anterior. Pero ¿por qué camino tomó al salir? volví a preguntar.

Preguntéla por qué en la gran cuita que de tal modo la atribulaba entonces no había buscado, como otras veces, los consejos y la ayuda de don Sabas. Respondióme que eran casos muy diferentes unos y otros; que no dependía de su resignación ni de sus ánimos el que en tales congojas la ponía, y que yo era el único ser viviente de los de ella conocidos, llamado a entender en él antes que nadie.

»Me quedé estupefacta al verla así, y ella permaneció un instante sin acertar a pronunciar una sílaba y mirándome con la agonía en los ojos. »De pronto díjome con voz muy desconcertada, pero con gran energía: » Ya por qué no ha vuelto desde entonces... » Y ¿qué es lo que sabes, hija mía? preguntela con el alma suspensa. » ¡Todo..., todo!