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Aunque el plan nuestro era bajar por el Pacífico, hasta llegar al paralelo 50 a 55 al sur, se decidió ponerse en rumbo hacia las islas de Taiti y desembarcar en cualquiera de ellas por lo menos a la mitad de los chinos. La falta de agua ya no nos preocupaba; los días siguientes a la pacificación del barco estuvo lloviendo en abundancia, y llenamos los aljibes.

En la mente imparcial y filosófica del bermejino se presentaba como un contrasentido espantoso el que su Gobierno tratase de ahogar en sangre aquella rebelión, al mismo tiempo que estaba auxiliando la de Washington y sus parciales contra los ingleses; pero D. Fadrique, murmurando y censurando, sirvió con energía á su Gobierno, y contribuyó bastante á la pacificación del Perú.

D. José Reseguin, Teniente Coronel de Dragrones, Comandante en Gefe del cuerpo de esta clase destinado á la plaza de Montevideo y comisionado por el Superior Gobierno de Buenos Aires á la pacificacion de las Provincias sublevadas del Perú. "Hago saber, que habiendo llegado á esta villa de Tupiza con una porcion de gente, de la que ha dispuesto pase á la ciudad de la Plata, el Exmo.

Entregado ciegamente D. Enrique al marqués de Villena, que solo atendia al logro de sus intereses con la discordia de los demas, al pasar á Córdoba con objeto de acabar la pacificacion de los ánimos, solo consiguió enconarlos de nuevo, porque con las providencias que dictó aconsejándole su valido, dejó á todos descontentos.

Pronto los catalanes, gallegos y vizcaínos que residían en el mineral entraron en disensiones con los andaluces, castellanos y criollos favorecidos por los Salcedo. Se dieron batallas sangrientas con variado éxito, hasta que el virrey don Diego de Benavides, conde de Santisteban, encomendó al obispo de Arequipa, fray Juan de Almoguera, la pacificación del mineral.

Las operaciones de las tropas del vireinato de Buenos Aires nos darán ocasiones de referir otros ejemplares de esta naturaleza, que comprobarán ha sido milagrosa la pacificacion de estos reinos, y que la mano poderosa del Dios de los ejércitos quiso conservarlos bajo el suave dominio de nuestro augusto Monarca, D. Carlos III, el cristiano, el justo, el magnánimo y el mas clemente de los Soberanos.

Repito que la actitud de tan distinguidos anexionistas no me sorprende; pero si hay en este mundo algo que yo no pueda explicarme, es que hoy, cuando forzosamente tienen que haberse convencido de que las tropas de Cuba Libre bastan y sobran para meter á los alzados en cintura, insistan los americanos en permanecer en territorio cubano, con lo cual bueno es que se sepa no han conseguido otra cosa que crear dificultades á nuestro gobierno, herir á nuestro pueblo en sus más hondos sentimientos y retardar la pacificación del país.

Entraron algunos vecinos, para quienes no era nuevo aquel laberinto, aunque hasta entonces no había ocurrido pendencia tan ruidosa en casa de Nazaria; entró también Romualda dando gritos, y todos se dedicaron a la grande obra de la pacificación. Cada contendiente se vio rodeado de un grupo y oyó las exhortaciones más razonables. ¡Cosa extraordinaria!

Logró esta pacificacion, y habiéndose hecho tres dias de funerales por los muertos, visitó los enfermos, y los regaló con algunas cosas que le habian dado. Les esplicó la manera de tratamiento, y reprendió las cabezas de la sublevacion, corrigiéndolos amorosamente. No se supo en este mes otra cosa de lo acaecido en aquel pueblo.

Acostumbrose el señor Joaquín a juzgar de los sucesos políticos conforme a la pautilla de su prohombre, a quien él llamaba, con toda confianza, por su nombre de pila. Que arreciaba lo de Cuba: ¡bah! dice don Fulano que es asunto de dos meses la pacificación completa.