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Las armas cristianas empiezan á adquirir nuevo brillo: Alfonso III fortifica á Zamora y á Toro, funda á Porto y restaura á Chaves y Viseo; y Mohammad muere disertando como filósofo , mientras sus vasallos rebeldes desafian su poder como guerrero.

Mohammad le respondió: en apariencia la senda de la vida de los reyes parece llena de flores aromáticas; pero en verdad son rosas con agudas espinas: la muerte de las criaturas es obra de Dios, y principio de bienes inefables para los buenos; y sin ella yo no seria ahora rey de España.

Abde-r-rahman II y Mohammad, menos afortunados con los cristianos y con los muslimes sediciosos que sus antecesores, solo dejan en ella un leve recuerdo de su pasagera grandeza.

En este sitio de Córdoba por Mohammad y el rey D. Pedro fue aportillado el muro por varias partes y tomado el Alcázar. Cuentan que en tan grave apuro salieron las mugeres á la calle logrando infundir tal valor en el ánimo de los sitiados, que arrojándose estos de improviso sobre el enemigo, le rechazaron con muerte de muchos y le obligaron á levantar el campo.

Sabida la desgracia de Yahhyay, reunióse el divan y eligió por sucesor á un ommyada llamado Hescham, que desde la decapitacion de su padre Mohammad vivia casi del todo ignorado en una fortaleza de Castilla.

«Asi fué que el rey Mohammad estando sin dolencia alguna, y recreándose en los huertos de su alcázar con sus wazires y familiares, le dijo Haxem ben Abdelasis ben Chalid, Walí de Jaen, ¡cuán feliz condicion la de los reyes! para ellos solos es deliciosa la vida, para los demas hombres no tiene el mundo tantos atractivos: ¡qué jardines tan amenos, qué magníficos alcázares, y en ellos cuántas delicias y recreaciones!

Vencido á poco en un combate que tuvo con los berberiscos, falto del apoyo de sus aliados, enemistado con tus hijos, te puso al borde de un precipicio, del que solo pudo arrancarte la mano de su hadjib sacando del ignorado encierro á Hescham, tu legítimo califa. Mohammad vió alzarse ante á su primo Hescham como una sombra: quiso conjurar su enojo con humildes súplicas, pero inútilmente.

Mohammad, primo del califa, habia sido el gefe de estos conjurados: muerto Abd-el-rhaman, fue proclamado rey.

Te ocuparon por segunda vez despues de haber derrotado á Mohammad en la batalla de Jabalquinto; y no te dejaron ya sin haber antes devastado y saqueado tus palacios de Medina Azarah. Mohammad, acompañado de un ejército cristiano que le enviaron los condes de Barcelona, invadió de nuevo el trono de tus antiguos reyes; mas para corto, para muy corto tiempo.

No busquemos, pues, en la suntuosa Aljama recuerdos de la grandeza de los sultanes despues de los tiempos de persecucion y de escándalo, de lucha y de encono, que personifican Abde-r-rahman y Mohammad, hasta que llegue el dia en que el primer Califa cordobés ponga el complemento al proyecto gigantesco del primer Amir.