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De esta suerte, en soliloquios románticos, acerbos y dignos de Hamlet, siempre que estaba sin Chemed; y en coloquios amenos, en pláticas tiernas, y en juegos y risas, cuando Chemed aparecía, vivió Mutileder; y así se pasó el tiempo, caminó la nave, se detuvo en varios puntos de África y en algunas islas del archipiélago de Grecia, y llegó al fin a Tiro, capital entonces de Fenicia desde la ruina de Sidon, cuando los filisteos, rubios descendientes de Jafet, vinieron de Creta por mar, mientras que del lado del desierto de Arabia entraban los israelitas en la tierra de Canaan y lo llevaban todo a sangre y fuego.

Desconfíe usted de las anécdotas jocosas y de los narradores amenos, que esconden entre jazmines el aguijón ponzoñoso... La noto a usted suspensa, turbada, como cuando se ha sentido el roce de un reptil entre los arbustos. ELECTRA. ¡Oh, no! PANTOJA. La inquietud que producen las conversaciones inconvenientes, se calmará con los conceptos míos bienhechores, saludables.

Pero si usted escribe bien, y si ha de escribir mejor, y si ha de ser, pues no creo que me engañe la simpatía, uno de nuestros más fecundos y amenos ingenios, ¿qué importa que yo hable mal de los catorce sonetos compuestos por usted en algunas horas de extravío?

Los jardines eran amenos y ornados con hermosas estatuas de mármol, el palacio de magnífica fábrica, y el dueño un hombre como de sesenta años, y muy rico. Recibió á los dos curiosos forasteros con mucha urbanidad, pero sin mucho cumplimiento; cosa que intimidó á Candido, y no le pareció mal á Martin.

«Asi fué que el rey Mohammad estando sin dolencia alguna, y recreándose en los huertos de su alcázar con sus wazires y familiares, le dijo Haxem ben Abdelasis ben Chalid, Walí de Jaen, ¡cuán feliz condicion la de los reyes! para ellos solos es deliciosa la vida, para los demas hombres no tiene el mundo tantos atractivos: ¡qué jardines tan amenos, qué magníficos alcázares, y en ellos cuántas delicias y recreaciones!

Y yo, sin poderlo remediar, no excluyo de mi amor por el linaje humano al pueblo de los Estados Unidos, donde hubo y hay hombres y cosas que me son simpáticos: elegantes é inspirados poetas como Longfellow, Russel-Lowell y Whitier; algunos pensadores, si poco originales, discretos é ingeniosos como Emerson, imitador de Tomás Carlysle; varios historiadores, aunque poco profundos, amenos y agradables de leer, salvo cuando tratan de sus propios asuntos, porque entonces suelen ser más pesados que el plomo; varios divertidos novelistas, y sobre todo, hombres de tan aguda inventiva que ya brillan como Edison, empleando la electricidad en no pocos útiles y pasmosos artificios, ya producen la máquina de coser, que siempre que la contemplo me deja embobado.

En Goa, sin duda, hubo más tarde de inspirarse Camoens para imaginar aquella deliciosa y encantada isla que Venus hizo surgir del fondo del Océano, cubriéndola de amenos jardines, de fragantes selvas y de limpios y tranquilos lagos y poblándola de hermosísimas ninfas que, heridas todas por las ardientes flechas de un ejército de Amores, brindasen mil deleites a los felices héroes de su poema y se rindiesen a su talante y deseo.

Ahí tengo un prólogo empezado para una obra que pienso escribir, en el cual trato de decir modestamente que no aspiro al título de sabio: que las largas convulsiones políticas que han conmovido a la Europa y a a un mismo tiempo, las intrigas de mis émulos, enemigos y envidiosos, y la larga carrera de infortunios y sinsabores en que me he visto envuelto y arrastrado juntamente con mi patria, han impedido que dedicara mis ocios al cultivo de las musas; que habiéndose luego el gobierno acordado y servídose de mi poca aptitud en circunstancias críticas, tuve que dar de mano a los estudios amenos que reclaman soledad y quietud de espíritu, como dice Cicerón; y en fin, que en la retirada de Vitoria perdí mis papeles y manuscritos más importantes; y sigo por ese estilo...

Enumeraba las casas suntuosas donde había pasado horas felices, conociendo lo mejorcito de Madrid en ambos sexos, y recreándose con amenos coloquios y pasatiempos muy bonitos. Cuando la conversación recaía en cosas de arte, Ponte, que deliraba por la música y por el Real, tarareaba trozos de Norma y de Maria di Rohan, que Obdulia escuchaba con éxtasis.

Tiene unas 10 millas en su mayor largo del SE. al NO., y como 5 en el meridiano más ancho, que es el que pasa por la visita de Mati. Las costas son montañosas en toda su parte S., y hacia el N., donde hay también una cordillera que es la más elevada, se extienden largas planicies y amenos valles, surcados de ricas aguas entre las lomas que forman aquellas tierras.