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Sentado ante un gran piano de cola, hacía música á su capricho ó seguía las órdenes del príncipe, melómano de gustos pervertidos por un excesivo refinamiento, que sólo deseaba obras de autores extravagantes y obscuros. Castro, que era pianista, no podía á veces ocultar su entusiasmo ante los prodigios de este ejecutante.

Manos habilísimas tocaban en él una redoma muy aplaudida, «La caída de las hojas», música soñadora y lánguida que delataba un ejecutante melancólico. Me detuve cerca de una reja. Entonces pude columbrar el interior: gracioso jardín, amplios y frescos corredores, pretiles llenos de macetas con rosales, camelias y azaleas, jaulas y jaulitas, una pajarera llena de canarios que cantaban regocijados.

Una ventana próxima dejaba visible la puesta del sol, envolviendo en un nimbo de oro al piano y al ejecutante. La poesía del ocaso entraba por ella: susurros del ramaje, cantos moribundos de pájaros, zumbidos de insectos que brillaban como chispas bajo el último rayo solar.

Tales vaguedades y distracciones no resultaban extraordinarias en este ejecutante prodigioso, que así que se levantaba del piano era una especie de sonámbulo, incapaz de adaptarse regularmente á ninguna función de la vida.

Se encontraba en el centro de un grupo que se había situado frente al ejecutante, bastante cerca de la primera puerta. Godfrey estaba inmediato, no para admirar el talento de su hermano, pero para no perder de vista a Nancy, que estaba sentada en el grupo cerca del señor Lammeter.

Pero era un, sportsman, completo; en materia de equitación, de carreras, de caza, y generalmente en todo lo concerniente al sport, era no solamente un conocedor de los más competentes, sino un ejecutante de una habilidad superior.

Cuando la escultura tenía un Fidias y había llegado a la cumbre, la pintura no pasaba de ese carácter casi rudimentario que aún puede apreciarse en Pompeya y la música era un balbuceo infantil. La escritura no podía perpetuar la música; eran tantos los «modos», musicales como los pueblos, y casi toda ella quedaba al arbitrio del ejecutante.