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La poblacion se ha disminuido en vez de aumentar ... y dejando estas reflexiones, tristes para todos, y mas aun para un español, terminamos nuestro capítulo sobre América, haciendo votos sinceros por la prosperidad de la raza española que puebla sus regiones, raza noble, raza digna, que no puede perecer jamas, por mas que con sus desgracias haya hecho creer á la anglo-sajona del Norte que un dia la absorberá; no, no, ese dia es imposible, ese dia no llegará.

Por lo demás, la compasión hacia los negros esclavos acaso se pudiese probar que ha sido más tardía que en nuestra raza en la raza anglo-sajona, que bastante tiempo ha sido negrera, y donde aún, en el presente siglo, se inventan teorías tan filantrópicas y consoladoras, como la de Malthus y la del Struggle for life.

Harto estoy ya de oir decir que el porvenir del mundo es de la raza anglo-sajona, la cual en América da clara muestra de que entiende de todo, de que vale para todo y de que sabe gobernarse, mientras que la raza española, ibérica, latina ó como nos convenga llamarla, ofrece muy triste espectaculo, y da, por todo el Nuevo Mundo, y claro está también que por el antiguo, lastimoso testimonio de su incapacidad y desgobierno.

La Reforma, que fue un movimiento de carácter económico para la abolición del comercio de indulgencias y reliquias, descalificó el milagro para descalificar el vehículo de la extorsión, y por esta coyuntura pudo renacer la higiene pagana en la fórmula del "mens sana in corpore sano", por el baño y los sports, a punto de que puede decirse que la higiene por métodos naturales renació protestante y anglo-sajona principalmente.

No olvidan que corre por sus venas la misma sangre y como abuelos indulgentes se sonríen ante las travesuras americanas, hasta el día en que comprendan, con su sentido práctico, que tienen interés en fomentarlas. Entonces la alianza anglo-sajona será un hecho en ambos mundos, y el águila norte americana y el león inglés harán sus rapiñas de concierto.

Si fuésemos á hacer la estadística de los ajusticiados, quemados y asesinados por motivos religiosos, de fijo que resultaría, á pesar de Torquemada y de todos los inquisidores, doble ó triple número que en nuestra cuenta en la cuenta de la sentimental y piadosísima raza anglo-sajona.

Esta criatura, hija de un acróbata de baja esfera, y sumergida en el fango, no dejaba por esto de poseer la belleza pura y fresca del lirio. Pálida, delgada, elegante, de una perfección plástica, de una depravación singular, a la que unía la ferocidad anglo-sajona, reunía, pues, todas las cualidades apropiadas para subyugar a un hombre como el señor de Maurescamp.

¡Error! ¡error grosero! la raza anglo-sajona que puebla el Norte de América, no tiene analogía ni remota con la indefinible y degenerada latino-portuguesa que habita el Brasil.