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A pesar de la prohibición, uno de los carruajes se libró de su cargamento de heridos. Tal era el estado de éstos, que los médicos los aceptaron, juzgando inútil que continuasen su viaje. Quedaron en el jardín tendidos en las mismas camillas de lona que ocupaban dentro del vehículo. A la luz de las linternas, Desnoyers reconoció á uno de los moribundos.

Tranvías, carros, fiacres, carruajes de lujo, todo vehículo se detiene en el acto y los niños atraviesan tranquilos y sin peligro la calzada, guiados por el amor del pueblo, representado en ese momento por el correcto funcionario.

E hizo señas a un cochero sentado en el pescante de un carruaje mallorquín, vehículo ligerísimo, montado sobre cuatro ruedas finas, con alegre toldo de lona blanca. Febrer, al verse fuera de Palma, en plena campiña primaveral, se arrepintió de su vida presente. Llevaba un año sin salir de la ciudad, pasando las tardes en los cafés del Borne y las noches en la sala de juego del Casino.

Ni como será creible que, teniendo á su disposicion un vehículo de tanta importancia, un rio tan caudaloso como el Beni, no se haya hecho uso hasta el presente, para ir desde Ysiamas á Cavinas, sinó de mezquinas balsas, miéntras que se cuenta mas de siglo y medio desde que en Moxos se navega en canoas?

La litera estaba forrada de raso blanco, con pasamanería de galón de oro, cristales de Venecia en las portezuelas, ricas cortinillas tras los cristales y una rica piel de oso en el fondo. Podía asegurarse que muchas damas principales y ricas no poseían un tan lujoso vehículo. Es verdad que antes y ahora muchas señoras de título no podían ni pueden tener los trenes que usaban las comediantas.

Porque Gillespie sólo podía imaginar que fuese un emisario del Consejo Ejecutivo este oficial que brillaba al sol como si fuese todo él vestido de vidrio y además llegaba montado en un vehículo automóvil de aspecto tan fiero. Puso sobre la arena una de sus manos, y el militar montó en la palma con cierta torpeza, que hizo sonreir al coloso.

La lluvia y el barro habían cubierto su exterior con una costra parda y agrietada. Parecían forrados de piel de elefante. Como la esposa de Martínez era relativamente esbelta, su vehículo se limitaba á chillar por la falta de aceite y de aseo. Otros tenían un muelle roto y saltaban sobre sus ruedas, acostándose como una barca próxima á zozobrar.

Ferragut lo creyó por un instante, oyendo sus maldiciones napolitanas... Subieron los dos al vehículo más próximo, é inmediatamente cesó el tumulto. Los coches vacíos volvieron á ocupar su lugar en la fila y los rivales á muerte reanudaron su plácida y risueña conversación. Una pluma recta y enorme se balanceaba sobre la cabeza del caballo.

Echó á correr y llegó al terraplén á tiempo para ver á Roussel acercarse á un coche que estaba parado en la plaza y hacer señas al cochero para que acercase el vehículo á la esquina de la callejuela, á dos pasos de la puertecilla. Mientras la carretela atravesaba la plaza para colocarse al pie del terraplén, Roussel la seguía con aire plácido.

Tal vez el miedo le hizo callar; tal vez se imaginaba el infeliz que los del vehículo regresaban para darle auxilio, y enmudecía, arrepentido de sus exclamaciones anteriores. Ahora la ola fué más dura, más violenta. El automóvil se levantó como si fuera á volcarse, y hubo un chasquido de tonel que se rompe, estallando á la vez duelas y aros.