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Actualizado: 8 de junio de 2025
7 Y respondió el rey Asuero a la reina Ester, y a Mardoqueo judío: He aquí yo he dado a Ester la casa de Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos. 10 Y escribió en nombre del rey Asuero, y selló con el anillo del rey, y envió las cartas por correos de a caballo; caballeros en mulos, en mulos hijos de yeguas;
Apliqué todo mi conato a promover la agricultura y la industria, animándolos con mis exhortaciones y consejos; y para que se aplicasen con más empeño, acrecenté la ración de carne que se les daba en un tercio más, y así he conseguido sin rigor el que se apliquen al trabajo, y el ver pagadas todas las deudas, y aumentado el ganado vacuno en las estancias, que al presente tienen cerca de 80.000 cabezas más de las que tenían a mi ingreso, y a proporción es al aumento de las boyadas, yeguas, potros, caballos, mulas y ovejas, no siendo menor la ventaja que se conoce en el chacarerío.
Hervía la horda en torno del boliche, que por sus aberturas barriqueadas lanzaba relámpagos de plomo. Los asaltantes, arrastrándose, intentaban poner fuego a sus puertas. En los momentos de descanso mataban las yeguas robadas en las inmediaciones y se bebían la sangre entre el griterío de una borrachera feroz.
Estaba Pereyra con su mujer, el doctor Gener con la suya, el diputado Targe, el senador Ramírez con la señora y ¡qué linda estaba!... Eguina... las dos muchachas de Gori ¡dos bagres!... y no me acuerdo quiénes más, ¡pues no se habló más que de sombreros y de yeguas! ¿De yeguas?...
En un pueblo cuyas estancias tengan 20.000 cabezas de ganado vacuno, no baja el procreo de 4.000 de yerra al año; y teniendo, como todas tienen, crías de yeguas y de mulas, producen también el aumento de las crías; de modo que tengo bien averiguado que, rebajando las que se mueren, pierden, roban, consumo anual de estancias, y computando jornales de peones y capataz, pasa de 3.000 pesos el valor del aumento anual en una estancia como la propuesta.
Sir John apuesta a que te has puesto tan ligera y delgada, que podrás pasar por hija del Céfiro con más razón que las yeguas andaluzas, que gozan de esa reputación y que en la carrera se quedarían muy atrás de su yegua inglesa Atlante, sin necesidad de derramar una cuartilla de cebada en el camino para distraerla.
¡De yeguas, ché! porque, según pude entender, la «Nona», que es la señora de «Pepito», había vendido a «Toto», que es el marido de la «Beba», una yegua del coche, en cuatrocientos pesos, que había invertido en comprar un «modelo». ¿Qué es lo que dices?
Por último, la hacía situarse en una ventana de la fachada lateral de la casa para impedir que ninguno orinara en el rincón donde los transeúntes solían hacerlo. Un día vino el cochero a decirle que una de las yeguas estaba en el celo. Tanto se indignó que, después de haber reñido ásperamente por la osadía de notificarle tal asquerosidad, mandó inmediatamente venderla.
Pues si vamos al coche, no es posible imaginarse los temores, las agitaciones sin cuento que le costaba. Cada vez que el cochero le decía que un caballo estaba desherrado, era un disgusto. Tenía un tronco de yeguas francesas de bastante precio. Las mimaba tanto o más que a sus hijos. Sacábalas a paseo por las tardes; pero no le conducían al teatro por miedo a una pulmonía.
Entrando en más explicaciones, supe que Pepazos, en cuanto vio caer los primeros copos de nieve, salió en busca de unas yeguas de su casa, que antes del mediodía andaban pastando en una hoyada a menos de una hora del pueblo, monte arriba. Las había visto él mismo. Tienen las yeguas libres la extraña condición de huir de las nevadas hacia las cumbres, al revés que todos los animales domésticos.
Palabra del Dia
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