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Actualizado: 8 de junio de 2025


Y al decir esto, enseñaba sus dientes blancos y fuertes de salvaje, con una expresión de hambre feroz: hambre de comida y de carne femenil, deseos de atracarse de una vez de aquellas cosas maravillosas que, según vagas noticias, devoraban los ricos; de gustar de un solo trago el amor brutal que turbaba sus sueños de jayán casto; de conocer la hembra, divinidad que admiraba de lejos al descender de la sierra y cuyos tesoros ocultos creía adivinar contemplando las grupas lustrosas y ágiles de las yeguas, las ubres sonrosadas y blancas de las vacas... ¡Y después, morirse! como si conocidas y apuradas estas sensaciones misteriosas, no restase nada de bueno en su vida de trabajo y privaciones.

"Que en lo interior no hay indios, pues á excepción de los que estan en las sierras del Casuhatí , Tandil, Vulcan, en Salinas, y los que pertenecen á las tolderias de Calpilquís , y Guchuláp ; todos los demas tienen su domicilio permanente en las inmediaciones del Rio Negro, de donde salen como enjambres para abastecerse de yeguas y caballos.

Pero lo que él debió más de sentir fue que, viendo los arrieros la fuerza que a sus yeguas se les hacía, acudieron con estacas, y tantos palos le dieron que le derribaron malparado en el suelo.

De esta manera emprenderían la marcha hasta la «joyá» adonde había ido Pepazos a recoger las yeguas, y después tomarían el rumbo que más acercado creyeran al que pudo tomar él, corriendo detrás de los fugitivos animales. Por de pronto, ya había la casi seguridad de que el camino le habían llevado uno y otros cuesta arriba.

Otro que Pepazos, al ver esto y pensando en la nevada que se venía encima, porque bien claras estaban las señales de ella, habría dejado que el diablo se llevara las yeguas y vuéltose al pueblo por de pronto; pero era, tras de poco avisado, muy terco, nada aprensivo y confiado con exceso en su robustez de encina, y se las apostaría a los veloces animales como si todos fueran unos; y así, corriendo tras ellos de cañada en cañada y de loma en loma, a lo mejor, se vería entre la oscuridad de la noche y con los caminos borrados por la nieve.

Que á 20 de Abril llegó al comenzado pueblo del Pilar, donde estaba el Padre Tomas Falkner y el Padre Matias Strobel: que del pueblo de los Pampas á dicho Pilar hay cosa de 60 leguas; las 40 de solas campañas, sin árboles ni matorrales, y están pobladas de infinidad de yeguas silvestres, cimarronas ó baguales, como acá dicen: hay en ellas abundancia de venados, cerdos, avestruces, quirquinchos y perdices.

Ultimamente, se penetraron todas aquellas breñas, y no hallándose mas indios, se dió órden á que se uniese nuestra gente, porque los indios amigos acudieron al pillage de los animales, que en mi juicio pasaban de 4,000, entre yeguas y potros.

Llegaron por fin á una nación no conocida, cuyos indios parecían de buenos naturales, y eran de hermosos rostros y de buena estatura; las indias tan blancas, que parecían españolas; tenían crías de yeguas y muchas ovejas, de cuya lana hacen muy buenos tejidos; los caballos eran sin número. La tierra fertilísima, en que tienen labranzas de los frutos del país.

Palabra del Dia

rigoleto

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