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Actualizado: 29 de junio de 2025
925 Y quiso al punto quitarme la lista que yo llevé, mas yo se la mesquiné, y ya me gritó: "¡anarquista! Has de votar por la lista que ha mandao el Comiqué." 926 Me dió verguenza de verme tratado de esa manera; y como si uno se altera ya no es fácil que se ablande, le dije: "Mande el que mande, yo he de votar por quien quiera."
Todos hablaban de legalidad y de respeto á la ley, al mismo tiempo que se llevaban una mano al costado para convencerse de que tenían el revólver listo. Y el país, fatigado de diez años de revolución, les dejaba hablar, deseando en el fondo de su ánimo que se matasen entre ellos, pero dispuesto á votar por el gobierno ó por el general que derribase al gobierno.
Recientemente se hablaba de señalar sueldo a los diputados. Muy bien; pero que los diputados comiencen por pagar a sus electores. Y mientras haya gentes que voten de balde, yo no podré creer que el derecho a votar represente para el pueblo conquista ninguna...» Hasta aquí la carta de mi comunicante. Yo, en prueba de imparcialidad, la reproduzco íntegra.
Pero si esto continúa, los austriacos estarán aquí antes de que tengamos un jefe. ¡Sí, sí, Hullin! exclamaron Labarbe, Divès, Jerónimo y otros varios . ¡Vamos a votar en pro o en contra! Entonces Marcos Divès, encaramándose en los troncos, exclamó con voz de trueno: ¡Los que no quieran a Juan Claudio Hullin por jefe que levanten la mano! Ni una sola mano se levantó.
D. José Martin de Zuloeta, se dijo: Que interin no se sepa la pérdida de España, y no haber dado motivo esta autoridad, debe subsistir la misma; y en caso de querer variar, se trate de llamar Diputados de las Provincias del vireinato para su seguridad; y ademas que concurran á votar mas de doscientos vecinos de primer órden que faltan. Por el Sr.
Es hombre de regular cultura, y su influencia entre los negros de este término municipal es generalmente reconocida, pues en muchas ocasiones ha hecho triunfar en Guantánamo á los distintos partidos políticos á que ha pertenecido, trayendo á votar centenares de hombres que lo seguían ciegamente.
¡Vaya usted a votar! le dijo en tono desabrido. ¿Qué voto? le preguntó don Simón, disponiéndose a obedecer. Que sí le respondió el otro, pasando de largo y rebuscando ansioso callejuelas y rincones, como pastor que junta su rebaño. Continuaban doña Juana y Julieta divirtiéndose cuanto podían en Madrid, pero no satisfaciendo por completo sus aspiraciones.
No se tiene aún noticia de ciudadano alguno que no fuese a votar; los enfermos se levantaron de la cama a ir a dar su asentimiento, temerosos de que sus nombres fuesen inscritos en algún negro registro, porque así se había insinuado. El terror estaba ya en la atmósfera, y aunque el trueno no había estallado aún, todos veían la nube negra y torva que venía cubriendo el cielo dos años hacía.
¡Viva el doctor Trevexo! exclamó don Juan. ¡Viva! exclamaron los demás circunstantes, incluso mi tía Medea que transpiraba de entusiasmo. ¿Por quién vota usted, señor don Pancho, para primer candidato de la lista? Por mi venerado jefe, don Buenaventura. ¡Y yo también! dijo don Policarpo Amador, antes de que le tocara el turno para votar. ¡Y yo! exclamó don Tobías Labao con la misma anticipación.
¡Por el mismo! gritó, sin esperar que le preguntasen nada, don Pancho. Por don Buenaventura agregó don Narciso Bringas. Ramón también vota por él, doctor Trevexo dijo mi tía; apunte, doctor, el voto de Ramón; y si ustedes me permiten votar a mí, yo... Vote usted, señora, vote usted mil veces; la más poderosa válvula política de nuestro partido es la mujer.
Palabra del Dia
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