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Actualizado: 5 de junio de 2025


En el mar, ; ¡pero en estos bosques, donde no pueden verse el sol ni las estrellas! Pero tengamos paciencia. No veo otro remedio por ahora. Construyeron una pequeña choza con hojas y ramas entrelazadas, y se guarecieron en ella para pasar la noche sin atreverse a dormir, por temor de no oir los gritos o señales de sus compañeros. Las horas pasaban sin que Cornelio ni Van-Horn volviesen.

Se detuvo el profesor un instante para agregar con alguna malicia: Y yo pude afirmar además, de un modo concluyente, que es usted un verdadero gentleman, porque he ordenado á dos de mis secretarios que volviesen las hojas de un libro más grande que mi persona, con tapas de cuero negro, que nuestra grúa sacó de uno de sus bolsillos. He podido leer rápidamente algunas de dichas hojas.

Cuando veo a los cadetes, cambiaría a gusto con cualquiera de ellos, entregándoles mi báculo y mi cruz. ¡Y tal vez lo hiciese mejor que todos ellos! ¡Ah! ¡si volviesen aquellos tiempos de la Reconquista, en que los prelados salían a matar moros! ¡Qué gran arzobispo de Toledo hubiese hecho yo...!

Los criados encerraron el ganado en el establo que había en lo cimero del prado y le dieron pienso. D. Félix asistió con el debido respeto á este acto solemne. Luego dió orden para que se retirasen y volviesen poco antes de ponerse el sol á fin de conducir de nuevo el rebaño al monte.

Y, en efecto, Dios, compadecido, permitió que don César y la mayor parte de los jóvenes que con él fueron desterrados a las islas Canarias, se fugasen en un vapor extranjero y volviesen de incógnito a su patria, ocultándose en las casas de los amigos fieles y valerosos.

Pero seamos indiscretos y contemos lo que vimos, ocultos en la estancia inmediata y sin ser vistos por ellas. Inés, en quien primeramente se fijaron mis ojos desde la puerta, estaba en la reja, como en acecho, mirando ora a la calle, ora adentro, sin duda para dar la voz de alarma en cuanto el pomposo perfil y los pomposos y temidos espejuelos de doña María volviesen la esquina de la calle Ancha.

No quiso Dios, a pesar de todo, que don Paco las hallase por su mal. Aunque se le saltaron las lágrimas pudo más el apetito. Ganas tuvo también, en su desesperación, de que las magras se le volviesen veneno; pero, en fin, él se comió dos y también la rosquilla. Hubo un momento en que echó de menos el vino y deploró no haber traído la bota.

Los señores le rendieron gracias por ello é le rogaron que ansí lo hiciese é por ellos mirase; y el Inca les dijo que le dijesen á lo que venian, y que luego se volviesen, porque le hacian perder el tiempo. Y ellos le dijeron, que á lo que ellos allí habian venido, era á rogalle que les dijese que cuándo pensaba tomar la borla del Estado, porque les parecia que era ya tiempo; é que ellos querian dar órden é proveer los menesteres é cosas que para ello eran necesarias, é para la fiesta é ceremonias é ayunos que en tal caso ansí se habian de hacer.

Paseaban por las cubiertas con la misma satisfacción del que paladea el regalo de la casa propia después de un viaje penoso. Entraban en el buque con una emoción de gratitud, lo mismo que si volviesen al pueblo natal.

Respondióle el Padre que se volviesen en buen hora él y sus vasallos, porque él tenía firme resolución de no volver el pie atrás hasta haber anunciado el Santo Nombre de Dios á aquella gente, aunque para esto le fuese necesario perder la vida.

Palabra del Dia

rigoleto

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