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Los australianos, que temían que se les escapara su presa, no cejaban, a pesar de los incesantes disparos de Hans y de Cornelio. Adelantábanse, aunque lentamente, blandiendo las azagayas, las hachas y los bomerang, vociferando como locos y prorrumpiendo en aullidos feroces cada vez que uno de ellos caía a tierra, muerto o herido por un disparo.

La señora se aleja, vociferando y maldiciendo de los empleados, de su falta de educación, de su descortesía con las señoras, y jurando que les hará ajustar las cuentas, aunque tenga que perder un ojo de la cara. ¡Ya verán con su sobrino, noticiero de un diario de oposición y mozo que tiene una pluma que es un serrucho de reputaciones!

Frasquita, espantada de tales improperios y aturdida por la estúpida pasividad de su esposo, dudó un momento entre arañar al infiel o agarrarse con la desvergonzada manceba; por fin, temerosa de que ésta la maltratase, se arrancó contra el estanquero, y a pellizcos y tirones de pelos, le levantó del suelo, vociferando: ¡Despídela, pégala, quiero que la mates!, ustez, mala mujer, ladrona de hombres, ¡fuera de aquí!

Cuatrocientos cincuenta años llevamos en el cogote el agua del bautismo seguía vociferando el capitán Valls , y somos aún los malditos, los réprobos, como antes de la conversión. ¿No tiene gracia esto?... «¡Los chuetas! ¡Cuidado con ellos! ¡Mala gente!...» En Mallorca hay dos catolicismos: uno para los nuestros y otro para los demás.

Muertos de risa los demás, le cogieron por los cuatro remos para llevarle a la cama, y él iba cantando el Kirie eleisón con voz de sochantre, y los demás riendo y vociferando, de lo que resultaba el más grotesco cuadro y música que se pudiera imaginar. «¡Cuánta grosería! ¡Qué gente tan ordinariaexclamó Isidora.

Se agitaban vociferando alrededor de las escolleras; medían con sus azagayas la profundidad del agua, esperando encontrar bancos que llegaran hasta el junco, y disparaban sus bomerangs sin resultado alguno, porque aquellos proyectiles no llegaban a su destino, a causa de la distancia, que era de unos dos cables.

Cuando ya no vieron las cartas las soltaron y se despidieron hasta el día siguiente. La torga. En los días siguientes la cólera del capitán en vez de calmarse se fué exacerbando de un modo imponente. No hablaba de otra cosa. El día y la noche se los pasaba vociferando contra los mineros y especuladores, jurando, amenazando. «Que siga, que siga ese expediente de expropiación forzosa.

Rondaba en torno del albañil, esperando las migas de su pan, seguidas de patatas, y una vez satisfecha su hambre tendíase junto al chiquitín, acariciándolo con sus traviesas patas, frotándole la cara con el hocico húmedo. Las más de las noches dormíase Isidro abrazado a él. Un día, el pequeño vio salir a su madre desmelenada y vociferando, seguida de otras mujeres no menos trastornadas.

Los demás retrocedieron vociferando y amenazadores siempre, pero quedándose á prudente distancia, después de destrozar el cuerpo del infeliz escudero; acto de crueldad que vengó Tristán abalanzándose sobre la chusma y asiendo con sus nervudas manos á dos villanos, cuyas cabezas golpeó una contra otra con fuerza tal que ambos quedaron tendidos en el suelo, sin dar señales de vida.

Gran confusión. Levantóse el padre, con los puños cerrados, se interpuso Pablo Aquiles, muy pálido, y Casilda, llorando; pero Gregoria, ya sin freno, se desbocó, vociferando que cansada de aquella vida, se marchaba lejos y no la volverían a ver más, nunca, nunca.