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Actualizado: 22 de julio de 2025
Entonces es la época de los grandes temporales, de las mareas vivas, con el flujo y el reflujo muy grandes. Casi siempre, antes de las tempestades, el mar arroja a la playa medusas y estrellas de mar, algas y trozos de madera arrancados del fondo del abismo por las agitaciones interiores del Océano. Frayburu
Cuando la niña estuvo enferma, la señorita Guichard experimentó vivas inquietudes, llamó al mejor médico y hasta pasó en vela algunas noches; pero jamás experimentó ese ardor espiritual que templa la atmósfera en torno de un niño y le hace vivir en medio de la mayor seguridad, en la evolución de un tranquilo desarrollo.
Yo salí de mi tierra y dejé hijos y mujer por venir a servir a vuestra merced, creyendo valer más y no menos; pero, como la cudicia rompe el saco, a mí me ha rasgado mis esperanzas, pues cuando más vivas las tenía de alcanzar aquella negra y malhadada ínsula que tantas veces vuestra merced me ha prometido, veo que, en pago y trueco della, me quiere ahora dejar en un lugar tan apartado del trato humano.
Las auras, cargadas de sales marinas, vinieron frescas y vivas a besarla el rostro, pálidamente iluminado por la claridad difusa y temblorosa. ¡Qué hermosa descripción podría hacerse de mujer romántica, joven, bonita y abandonada!
Ninguna opinión tan valiosa para el caso actual como la del misionero antes citado, que dice lo siguiente sobre la psicología de los filipinos: "Como gente ignorante y poco culta, no dejan de tener los indios algunos resabios de supersticiones que practican inconscientemente engañados por los curanderos, que son los que mantienen vivas estas ridículas tradiciones de sus abuelos, sin que sepan dar razones de porque las hacen."
El indomable teniente paseó largo rato su furor por las calles, animando con vivas interjecciones a sus huestes, lanzándolas en persecución de los rebeldes como un cazador lanza su jauría en persecución de un venado.
El pobre Villa, en vez de darse por enterado, había replicado que le dijese cuáles eran esos obstáculos, para salvarlos si era posible, tornando a hacer protestas vivas de su amor y constancia. Pero ¿por dónde se supo eso? pregunté bastante desabrido. Pues por la misma Isabel, que se lo ha contado en confianza a Ramoncita.
D. TELL. Celio, Mira quién está llamando. ¿No hay pajes en esta sala? CELIO. ¡Vive Dios, señor, que es Sancho! Este mismo labrador De quien estamos hablando. D. TELL. ¿Hay mayor atrevimiento? CELIO. Así vivas muchos años, Que veas lo que te quiere. D. TELL. Di que entre, que aquí le aguardo. SANCHO. Dame, gran señor, los pies. D. TELL. ¿Adónde, Sancho, has estado, Que ha días que no te he visto?
Así os daré ejemplo para que os mostréis dignos de mí, para que impidáis que caigan vivas mis mujeres en poder de esa canalla infame, para que no insulten mi cadáver y para que todo, si es posible, sea presa de las llamas.
Traducida fue primero en hebreo y sabiamente comentada por Moisés de Narbona. En latín la tradujo Eduardo Pococke, y la publicó en Oxford en 1671. Después se han hecho varias versiones y ediciones de ella en las lenguas vivas de ahora, especialmente en alemán y en inglés.
Palabra del Dia
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