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Actualizado: 22 de julio de 2025
Y comenzamos a rogarla con tan vivas instancias, que al cabo de algún tiempo la infeliz mujer no pudo resistir y vino en permitir aquel escándalo, como ella decía, con tal que se explorasen bien los alrededores de la sala, a fin de cerciorarse de que nadie estaba escuchando.
Sucedió uno de esos solemnes silencios que se hacen oír; uno de esos silencios cuya duración no se puede contar: uno de esos silencios que son más elocuentes que todas cuantas palabras pudieran imaginarse para reemplazarles. Luego Amparo dijo con la voz trémula, como aterrada: con acento incomprensible: ¿Lo manda él? El desea que tú... vivas mejor... que... en fin...
Y soy testigo, porque fuí mandado a volver la respuesta, de las veras con que lo tomó su Excelencia y las muchas, fuertes y vivas razones, que le hizo motivar su noble piedad y soberana dirección para replicar a la respuesta, que fue precisa, de que era ya del todo imposible por los altos y grandes motivos, que no dejaba de conocer su gran comprensión de su Excelencia.
Ningún poeta ha logrado producir afectos tan intensos, ni emociones tan vivas, como Calderón lo ha hecho en estas tragedias religiosas, y nadie, como él, ha desvanecido el error de esa opinión vulgar de que los tormentos de los mártires no pueden servir para desenvolver con ellos una acción trágica.
En los doce años últimos, pasados junto al río Negro, la imagen de los Torrebianca se había mantenido fresca en su memoria. Una vida de monótono trabajo, poco abundante en novedades, conserva vivas las impresiones, pues éstas no reciben la superposición de otras que las borren. Muchas veces, en sus largas horas de reflexiva soledad, se preguntaba cuál habría sido el final de Elena.
El licenciado Juan de Costa, catedrático en la universidad de Salamanca, decia: «que despues de cotejar detenidamente una i otra obra, vino en conocimiento de que Orta solo dibujó las primeras líneas, y que Acosta puso las vivas colores; pues puso en perfeccion lo que él habia comenzado.»
Allí les esperaban algunos coches que los condujeron en diez minutos al palacio de la Dirección. A la puerta del parque y en las inmediaciones había una muchedumbre que saludó a la comitiva con vivas apagados. Eran los obreros, los que no estaban de tarea, a quienes el director había hecho venir desde Riosa con tal objeto.
Sentía Ponte Delgado vivas ganas de pedir explicaciones al tipo aquel por su mirar impertinente. La causa de este no podía ser otra que la novedad que Frasquito ofrecía al público con el despintado de su rostro, y el buen caballero se decía: «¿Pero qué le importa a nadie que yo me arregle o deje de arreglarme?
Yo no quiero hacer un centón tan deplorable. Yo quiero coger vivas las aves, las flores, cuanto tiene ser en la estación vernal, y trasladarlo a este papel, y de este papel a la imprenta: operación más difícil de lo que se imagina.
Entonces, su sobrina ... no, eso era imposible: con aquéllos ojos tan cándidos no podía ser más que un ángel. Entonces, ¿qué pensar? No se razona siempre bien el primer impulso y las facilidades de comunicación que el telégrafo y el teléfono han creado en la sociedad, ofrecen á las personas vivas de genio numerosas ocasiones para dejarse llevar del calor de una impresión.
Palabra del Dia
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